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Jue, Abr

La Guajira, una historia

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Illidge Gomez

José Illidge Gomez

Columnista Invitado

 



El 1 de Julio de 1965 nace a la vida institucional el Departamento de La Guajira, puerto de enlace comercial con las Antillas y Europa, frontera con la hermana República de Venezuela, rincón olvidado del país en donde se forjaron pueblos Macondianos y personajes míticos como Francisco el Hombre,

bendecida por Dios y la naturaleza con todos los climas y riquezas mineras en Sal, Carbón, Gas, y otros, tierra de bonanzas económicas que dejaron huellas inolvidables, pero qué, en medio de tanta belleza, el desarrollo socioeconómico le ha sido esquivo en razón de la falencia en el recurso primordial para fusionar todas sus potencialidades y enrumbarlas hacia el crecimiento integral de la región: el recurso humano.

Hoy, a 46 años de haberse constituido como Departamento, La Guajira no muestra avances al paso de los años de la mano de las administraciones públicas que nos han gobernado; es incoherente el estado de postración socioeconómica en que hoy vivimos frente a los recursos recibidos e invertidos, supuestamente, a lo largo de estos años de vida institucional.

El proyecto Cerrejón, iniciado en 1980 y su primera extracción de carbón temprano del 81, comenzó, un año después, a generar recursos de regalías, mientras que el Gas inició su generación de regalías en 1976, en la administración de la Sra. Lola de la Cruz de Pastrana, tristemente célebre por haber destruido la antigua cárcel de Riohacha en donde estuvo recluido el famoso Papillón.

Recordamos el inicio del proyecto Cerrejón con la Empresa Morrison Knudsen y la Asociación Intercor-Carbocol, en el cual las inmensas expectativas de desarrollo socioeconómico generadas por el proyecto minero no pasaron de ser eso para La Guajira, expectativas, mientras para la transnacional asociada fue una de sus mejores inversiones por la forma nociva para los intereses del departamento y la nación en que se pactó el Contrato de Asociación para la explotación carbonífera y por la exclusión tradicional de la mano de obra calificada Guajira de las esferas de poder de la empresa explotadora, así como también de las empresas locales en proveeduría y suministros.

Hoy, no tenemos infraestructura de acueductos ni alcantarillado en la mayoría de las cabeceras municipales, con graves consecuencias en materia de saneamiento básico; tenemos un servicio de energía de pésima calidad en manos de una empresa privada de espaldas a nuestro derecho a una buena calidad de vida; gozamos de un sistema vial sin carreteras secundarias ni terciarias que permitan el acceso a sectores productivos del renglón agrícola y pecuario.

No tenemos fuentes de empleo por ausencia de una verdadera política de creación de empresas de la mano de buenos servicios públicos a precios accesibles y con asesoría en mercadeo que apoyen al pequeño y mediano productor-empresario; en servicios de salud estamos en la crisis más profunda que hayamos vivido; en Educación ocupamos un deshonroso lugar después de haber sido mejores bachilleres de Colombia y ejemplo de rendimiento para la región.

En seguridad la situación es alarmante por la ineficacia de los entes responsables de su manejo; nuestros niños indígenas están muriendo de hambre y desnutrición, el hambre pasea por las calles a pesar de los informes de los programas nutricionales institucionales y de las distinciones que les dan a quienes los manejan, todo lo cual nos muestra un panorama alarmante que nos lleva a reflexionar y pensamos: ¿ Es motivo de festejo el llegar a cuarenta y seis años de ignominia? ¿O, será motivo de pensar que hacer frente a tanta corrupción?.



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