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Vie, Abr

Otro candidato en ciernes

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Eduardo Barajas Sandoval

Eduardo Barajas Sandoval

Columna: Opinión

e-mail: eduardo.barajas@urosario.edu.co



La manera como surgen las candidaturas presidenciales marca diferencias entre los niveles de desarrollo democrático y madurez política de cada sociedad.

El grado de conciencia ciudadana sobre las calidades, y los defectos, de quienes aspiran a gobernar, denotan el interés que despierte la materia y las características de tradiciones políticas de mayor o menor calado.

Cada país tiene su propia forma de escoger gobernantes; pero dentro de la amplia gama de modalidades hay unas que tienen mayor carga democrática, mientras que otras, como es nuestro caso, obedecen a factores dentro de los cuales los ciudadanos son más espectadores que actores del proceso.

Emmanuel Macron, el joven Ministro de Economía de Francia, ha presentado a la consideración pública un nuevo movimiento político denominado “En Marcha!” que se anuncia como “ni de derecha ni de izquierda”.

Curiosamente, a pesar de ser miembro de un gabinete socialista, su propuesta ha sido recibida con un poco más de entusiasmo en el campo de la derecha, tal vez porque a la izquierda Macron aparece como competidor del Primer Ministro Manuel Valls, que desde hace tiempo, al menos por ostentar el cargo de jefe del gobierno, se perfila como una de las opciones presidenciales de la izquierda. Pierre Raffarin le ha imaginado ya como “el mejor Primer Ministro de un presidente de la derecha moderada. En cambio

Jean-Christophe Cambadélis, Secretario del Partido Socialista, ha dicho que si el Ministro innovador logra aumentar el apoyo al gobierno, bienvenido, pero si quiere cambiar el punto de  gravedad de la izquierda está equivocado. Por lo demás, no ha faltado quien celebre la aparición de movimientos que signifiquen un poco de aire nuevo y de opciones diferentes en medio de una vida política que recientemente solo ha mostrado “pobreza de imaginación”.

Sin perjuicio de que la irrupción de “En Marcha!” sea considerada un refresco, o un acto de innovación o de rebeldía, asunto que solamente concierne a los franceses, lo interesante es que el promotor del movimiento, que se proclama todavía leal al Presidente Hollande, ha comenzado a tramitar su aspiración sobre la base de un proyecto político desde ahora identificable. Esto quiere decir que no confía simplemente en su trayectoria, ni en su oficio actual, ni en el historial de sus apariciones en la prensa.

El público está ante una propuesta que permite conocer desde ahora en qué cree Macron y qué es lo que propone. Con la ventaja adicional de que los ciudadanos pueden interactuar con el líder del movimiento a través de un sitio internet, una cuenta de Twitter, una página de Facebook y una cuenta de Instagram.

El hecho de que un político no pretenda, en crudo, postular su nombre sobre la base etérea de lo que ha sido hasta ahora su vida pública, sino que plantee un proyecto que identifique su pensamiento político, refleja un grado de madurez al que debería aspirar toda democracia en formación. Porque es preferible que el aspirante defina desde el principio un proyecto, en lugar de dedicarse a fomentar su presencia en el futuro escenario de la carrera presidencial apoyado en su capacidad de lobby ante los  orientadores de opinión”, o en los méritos que crea haber tenido en el manejo coyuntural de una cartera en el gobierno.

Bueno o malo, el Ministro francés de la economía no está pensando necesariamente en ser presidente de una vez. Aunque en medio de lo impredecible de la vida política ese evento se pudiera llegar a dar, lo más posible es que sus aspiraciones obedezcan a un propósito de más largo plazo, siempre a partir de la base programática que desde ahora quiere plantear. Base que, sin prejuicio de no afiliarse con la derecha ni con la izquierda, en sus versiones actuales, tendrá que mostrar su propia coherencia y personalidad, para que los ciudadanos vayan definiendo frente a ella su apoyo o su rechazo. Lo que significa que, más adelante, no serán simplemente la simpatía o el apalancamiento de los medios, a través de mensajes publicitarios artificiales y vacíos, los factores decisivos a la hora de buscar el favor popular.



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