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Vie, Mar

Un grande nubarrón

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Luis Tabares Agudelo

Luis Tabares Agudelo

Columna: Opinión

e-mail: tabaresluis@coruniamericana.edu.co


Por esta pandemia me doy cuenta de los fundamentos que tienen las crisis. Pues durante el tiempo que llevamos absorbidos han salido a flote varios: los seres humanos que ya no estarán, la económica, la sanitaria, la familiar, la alimentaria, la deportiva y por último, el fatal encierro que nos quita las más elementales libertades básicas.

 

Pero también me doy cuenta para qué o porqué eso de los países pobres, envía de desarrollo, emergentes o ricos. Hoy sé que tiene que ver con el comportamiento de sus economías, su inflación, su producción, sus patentes, sus exportaciones y los ahorros que tengan para afrontar situaciones como la actual.

A pesar de todo lo anterior, nuestro país es uno de los catalogados en vía de desarrollo pero que pertenece a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos: OCDE, el club de los países ricos.

Los países ricos cuando se presentan crisis, se organizan, se encierran, recurren a sus ahorros para pagar seguros de desempleo, inyectan dinero a la banca pero con la salvedad que no salen a pedir ayuda a gritos a los organismos internacionales. Los pobres, prácticamente salen a estirar la mano, a rogar por ayudas y préstamos a estas entidades.

La Constitución de los colombianos prevé que se pueden presentar este tipo de crisis, pues nos trae en el capítulo 6 que el Presidente de la República con la firma de todos sus ministros podrá declarar estados de excepción, primero por guerra exterior. Segundo, en caso de grave perturbación de orden público. Y, tercero, cuando por distintos a los dos anteriores sobrevengan hechos que perturben o amenacen perturbar en forma grave e inminente el orden económico, social y ecológico del país.

Cómo en el país se ven llegar hechos que van a perturbar en forma grave -como lo dice la Constitución- el orden económico y social, el gobierno para salvar los empleos y evitar la quiebra de las empresas podrá echar mano de que el Banco de la República emita billetes para inyectar dinero a la economía bajo la figura de compra de títulos de deuda pública y privada pero con una posible consecuencia que esto produzca inflación.

Asimismo, tiene otras herramientas como echar mano de las reservas internacionales que vienen siendo como los ahorros pero que están destinadas a otro tipo de crisis y que al gastarlas queda sin estos para futuras o el agravamiento de la actual. Igualmente, según el artículo 373 de la Constitución prevé que podría recurrir a un préstamo directo del Banco de la república pero según los economistas esto contiene el más alto riesgo de inflación.

Aunque se podría recurrir a los préstamos de los organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco interamericano de Desarrollo o el Banco de Desarrollo de América Latina, que están prestos a prestarnos debido a que hemos sido un país buena paga, se debe traer a colación que según el Banco de la República la deuda externa de Colombia está en el 42.7% del PIB equivalente a US$138.175 millones. Quiere decir que de todos los recursos que le entran por cobro de impuestos debe destinar casi el 50% para pago de deuda. Endeudarse más sería hacerse un harakiri pues no contaría con recursos para inversión social, ni para hacer vías, ni prácticamente para nada.

Así las cosas, -a pesar del gran nubarrón- el Fondo Monetario Internacional aprobó la renovación de la línea de crédito flexible a Colombia por US$10.800 millones, al considerar que el país ha dado un buen manejo a la economía.  Sin embargo cuando nos gastemos esta platica volveremos a estirar la mano.

Cómo somos un país en vía de desarrollo tirando a pobre lo único viable es que los organismos multilaterales a los que les debemos permitan que suspendamos los pagos -incluido el nuevo prestamo- hasta que pase la pandemia, pues de continuar exigiendo el cumplimiento, Colombia se quedaría sin dinero para cubrir los problemas por la crisis.

Abiy Ahmed, Primer ministro de Etiopía y Premio Nobel de la Paz en 2019 se pregunta:

¿Continuamos pagando para la deuda o redirigimos recursos para salvar vidas y medios de subsistencia?



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