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Sáb, Abr

Luigi Echeverry: ¿a nombre de quién?

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Cecilia López Montaño

Cecilia López Montaño

Columna: Opinión

e-mail: cecilia@cecilialopez.com


Luis Guillermo Echeverry, Luigi para sus amigos, no ocupa ningún cargo público fuera de ser miembro de la junta directiva de Ecopetrol, y tampoco ha sido elegido en ninguna posición del Estado colombiano.

Es decir, sus afirmaciones no interpretan a nadie fuera de lo que piensa el mismo, y por consiguiente, no asume ningún costo político por lo que hace o por lo que dice. Sin embargo, se siente con toda la autoridad para enviarle una carta al director del diario El País de España en la cual de la manera más agresiva posible con un lenguaje propio de José Obdulio Gaviria, afirma perlas como las siguientes: "No es democrático darles vitrina mediática a las fuerzas parlamentarias del narcoterrorismo"; "Publicar los engaños de personajes como los que fueron actores del fallido proceso de paz de Santos y las FARC que descuartizó el equilibrio de poderes en Colombia, es sin duda una falta grave en materia de curaduría ética e intelectual".

Su carta tiene dos mensajes explícitos: cerrarle las puertas de ese periódico al senador Iván Cepeda y con ello buscar que lo censuren los medios internacionales, y reposicionar la figura de Álvaro Uribe, sin duda marcada en el mundo por su detención por presuntos delitos. Al primero lo señala como "aliado de narcoterroristas activos del crimen organizado y sus aliados políticos sin escrúpulos como el dictador venezolano. Al segundo "como el campeón de la defensa de la democracia latinoamericana encarnado en la figura de Uribe."

Lo primero que debe plantearse es en nombre de quien habla Luigi porque no tiene ninguna capacidad de representar a nadie distinto a el mismo. El hecho de haber sido el gerente de la campana Duque no le da ninguna vocería diferente a la que tiene cualquier ciudadano para defender a un amigo, en este caso el presidente Duque. Hasta dónde llega su desubicación y la de muchos uribistas que han perdido la dimensión de su capacidad de asumir la representación de lo que creen piensa un sector del país, y más aun de tratar de representar a América Latina.  Al respecto afirma en esa misiva refiriéndose a la mencionada entrevista con el senador Cepeda, "Ese es el caso de la satanización sistemática en los medios del campeón de la defensa de la democracia latinoamericana encarnado en la figura de Uribe." 

La pregunta es que puede lograr Luigi con el periódico de mayor influencia en América Latina como es El País de España. Hasta ahora no se ha visto ninguna reacción y existe la gran posibilidad de que se ignore semejante atrevimiento y se continúe con la línea editorial de este periódico que ha sido crítica, cuando lo creen adecuado, de las actuaciones del Centro Democrático y del mismo presidente Uribe. A su vez, ha mostrado su capacidad de responder a la libre expresión abriendo sus páginas de todo a aquel que pueda demostrar su solidez y publica entrevistas como la más reciente a Iván Cepeda. 

Muy mal parado queda Colombia porque esta carta de Luigi evidencia el nivel de odio de sectores de esta sociedad con quienes se atreven a cuestionar a un endiosado expresidente Uribe, hoy en medio de un proceso judicial que todos esperamos se ajuste a la ley.  Pero también refleja la desesperación de este grupo político a quien no le basta tener al detenido que ha gozado de más libertad en la historia del país, sino que ha pagado una empresa internacional para difundir lo que consideran salva al expresidente Uribe de todo el daño que su situación puede causarle no solo a él sino a su partido y al gobierno. Como si no fuera suficiente, ahora eligen al menos adecuado para enfrentarse a la libertad de prensa de un periódico reconocido internacionalmente para desprestigiar a quienes se enfrentan a Alvaro Uribe.

Lo de Luigi y su carta al director de El País de España puede calificarse como un señor oso internacional, un abuso de su posición por ser amigo del presidente Duque, pero además, como una peligrosa medida de hasta dónde puede llegar esta estrategia desesperada de la defensa del expresidente por parte de sus más fervientes seguidores.



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