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Mar, Abr

Sincelejo, la muestra

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Cecilia López Montaño

Cecilia López Montaño

Columna: Opinión

e-mail: cecilia@cecilialopez.com


Un medio de comunicación de Barranquilla publicó una nota en su edición dominical donde presenta lo que está sucediendo en Sincelejo y plantea que el Covid-19 llega a esta ciudad cuando su situación ya era crítica.

Anota que con una informalidad del 64,4%, la más alta de la región Caribe donde la informalidad es la característica predominante de esta forma de ganarse el pan, hoy la población en edad de trabajar está realmente desprotegida, sin posibilidad real de generar los ingresos mínimos necesarios, sin ayuda, y por consiguiente sin esperanza.

Los comerciantes afirman que esta cifra puede ser realmente del 90%, es decir hambre en sus peores dimensiones. Al leer esta noticia devastadora resulta que ahora según declaran sus habitantes, algo similar o probablemente peor, puede estar sucediendo en Corozal, Sampués, Coveñas y Morroa, municipios de Sucre, uno de los departamentos más rezagados de esta parte del país. 

Una dolorosa realidad que requiere la reflexión obvia para quienes conocemos este Caribe pobre, rezagado, lleno de clanes políticos que se las han arreglado para tener a la mitad de la familia en la cárcel y a la otra en el poder, y pensé que esto es simplemente una muestra de lo que está sucediendo en el resto de la región. ¿Se alcanzan a imaginar a los sures de estos departamentos? El mismo sur del Atlántico tan cerca de Barranquilla y tan lejos de sus gobernantes, porque, además, lo que también afirman los comerciantes de Sincelejo, es que en los municipios enumerados sus alcaldes no tienen quien los ayude. 

Que falta que nos hace lo que quiso ser el Observatorio del Caribe, cuyo origen era precisamente este. Tratar de sacar los 50 municipios más pobres de la región Caribe de su atraso, antes de saber que se vendría una crisis como la que estamos viviendo. Pero esos fondos y esas negociaciones que se iniciaron con el Banco Mundial se fueron a la basura, a manos de otros costeños que llegaron al nuevo gobierno nacional.

Es esa costumbre de no construir sobre lo construido. Pero no vale la pena llorar sobre la leche derramada y más vale pensar en que hacer. 

De inmediato Fundesarrollo, por ejemplo, debía unirse a ese grupo maravilloso de investigadores del Banco de la República en Cartagena y con seguridad también contarían con el apoyo de Adolfo Meisel y la Universidad del Norte, para conocer rápidamente que está pasando en el Caribe profundo. Cifras rápidas para sacudir a estos gobernantes tan urbanos, tan desconocedores de la pobreza de nuestros pueblos sumidos en el abandono.

Sincelejo es la muestra de algo que puede ser mucho peor. Se trata de nuestra gente, de esa con la que muchos crecimos y que ahora los estamos sintiendo tan lejos. Sería imperdonable que nos quedemos cruzados de brazos ante la muestra que hoy representa nuevamente lo que todos ya conocemos. 



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