Cambia uno el canal del televisor, para dejar de ver y oír defensas absurdas e irrespetuosas de la verdad respecto de los perpetradores de la toma del Palacio de Justicia en 1985, cuyo repudio general se conmemora por estos días, y se encuentra con cuestiones violentas que le hacen juego. Dirán los más supersticiosos que todo tuvo que ver con la celebración de Halloween. El viernes 31, un individuo tal vez borracho atropella y mata a dos padres de familia (mamá y papá) que iban en sendas motocicletas hacia su trabajo, temprano en la mañana, después de haber dejado a su hijo en casa; solidariamente, la comunidad intentó retener al presunto alcoholizado y a sus acompañantes, otro matrimonio. El conductor, al parecer uno elegido, se fugó y nadie sabe nada.
Al salir del bar, digámosle “underground”, en el que se hacía una especie de fiesta semiprivada de disfraces, un joven de veinte años es asesinado a patadas por un individuo disfrazado de diablo estándar; y por otro sujeto, dicen que venezolano, al que a estas horas no han capturado. Habrá que ver si se califica como coautoría dicha división del trabajo. Eran las tres de la mañana del 31, cerca de la brava avenida Caracas del norte; a pesar del frío, el diablo, que estudió o estudia en la misma universidad de su víctima, exhibía ante las cámaras de seguridad su torso desnudo, como aquel macho cabrío de la Biblia, y dos cachos que le salían de su cabeza rapada y pintarrajeada de rojo en la parte de la cara: cara que, vista sin maquillaje, en Internet, recuerda la de un bobalicón genérico.
Después de la Noche de Brujas, el lunes festivo y en vía pública, dos varones adultos cuyos vehículos ni siquiera chocaron, decidieron insultarse desde las respectivas cabinas debido a un aparente cerramiento mutuo. Al no ser suficiente lo anterior, se bajaron de sus carros a pelearse físicamente, incluso con piedras. He visto el video y todo es muy confuso. Lo siguiente que se aprecia es el uso de un arma traumática por parte de uno de los contendientes, quizás con fines disuasorios, porque disparó al aire, sin contar con la mala suerte: su opuesto traía consigo un arma de fuego de verdad que usó para tirarle al pecho. Al fondo se oyen los gritos de una mujer que repite la palabra “amor” con angustia; el hombre, todavía con la pistola de juguete en la mano, examina su camisa y cae.
El bar medio oculto del que salió Jaime Moreno en la madrugada del viernes 31, en compañía de un leal amigo, para ser muerto por los dos criminales captados en imagen, pertenece a la hija de uno de los emprendedores del M-19. La señora es hoy congresista de la República, y en condición de tal ha impulsado que se imponga en el país un horario de rumba de amanecida, lo que podría configurar la pérdida de su investidura por legislar en causa propia, al ser empresaria nocturna. Veremos. No lejos de la Caracas, ya entre la noche del 31 de octubre y la mañana del sábado 1.º de noviembre, sucedió el aparente suicidio de un egresado de la carrera de Biología la Universidad Nacional, que, todo indica, antes dejó una nota explicativa a su pareja en la portería del centro educativo. ¿Qué hacía en el arboretum a esas horas, y con quiénes estaba? Los detalles son aún desconocidos.