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Vie, Abr

Efecto Bolsonaro dispara candidatos militares

Editorial
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El número de miembros de las Fuerzas Armadas que decidió participar en las elecciones municipales de noviembre próximo en Brasil creció un 48 % frente a los comicios de 2016, un aumento atribuido a la llegada del capitán de la reserva Jair Bolsonaro a la Presidencia del país en 2019.


En total son 6.760 agentes de seguridad -sumados policías civiles y militares, miembros de la Fuerzas Armadas, bomberos militares y militares de la reserva- los que este año aspiran a una plaza como alcalde, vicealcalde o concejal, según los datos del Supremo Tribunal Electoral, STE,  tras el cierre de las inscripciones. De ese total, el 86 % corresponde a militares, el mayor número de candidatos miembros de las fuerzas castrenses que se ha contabilizado desde 2004, cuando comenzó a realizarse el registro de los candidatos por ocupación.

Lo cierto es que la participación política de agentes del orden no es nueva en Brasil, y aunque en los últimos 16 años el aumento ha sido constante en todo tipo de disputas electorales, el denominado "efecto Bolsonaro" parece haber marcado con fuerza los comicios municipales de este año.

Entre los candidatos militares inscritos este año, cerca de 390 aspiran al cargo de alcalde, 400 al de vicealcalde y casi 6.000 quieren ser concejales. Pero este aumento no sólo está relacionado con la llegada al poder de un capitán de la reserva, un nostálgico de la dictadura que gobernó Brasil entre 1964 y 1985.

Otros señalan que el crecimiento de la participación militar en política va más allá del efecto Bolsonaro y está relacionado con el despertar de un conservadurismo que ha estado vivo y latente desde el fin de la dictadura; El objetivo de militares y policías no está centrado en la seguridad pública sino en un discurso más amplio donde prevalecen el orden y las costumbres, y donde la idea de autoridad gana importancia y eso es lo que los motiva a actuar en política.

Brasil pasó por una agenda con valores y costumbres alrededor del discurso de autoridad, de la misma línea que la de Italia, Hungría, Polonia y hasta el mismo Estados Unidos, donde las ideas de los líderes populistas catalizaron una revalorización de la idea del líder extremo, el líder que va a restablecer el orden y esa idea es mucho mayor que el campo de Bolsonaro.

Hay un sector formidable en el Brasil que  considera peligrosa la participación política de policías y militares porque los órganos del orden y la política son esferas fundamentales en un Estado democrático, pero no pueden confundirse ya que se trata de instituciones que están al servicio del Gobierno y necesitan tener capacidad de operación, pero que necesitan estar fuertemente supervisadas y controladas.

Cuando una institución actúa de forma autónoma y aislada no está consiguiendo la misión democrática. Eso es peligroso.

Otro aspecto que pesa para este fenómeno es la legislación brasileña que permite que los policías, civiles o militares, que se postulen como candidatos regresen inmediatamente a sus cargos en caso de perder la disputa electoral, algo que también se da con los miembros de las Fuerzas Armadas, aunque con un poco más de severidad. Los militares no pueden estar afiliados a ningún partido político, por lo que, si desean participar en comicios, deben renunciar a su cargo para postularse, aunque continúan recibiendo su salario durante la campaña.

La cosa cambia si tiene menos de diez años de servicio, pues ahí tendrá que renunciar del todo a su carrera para concurrir al pleito electoral, pero si su permanencia ha sido superior podrá regresar a ejercer su cargo desde el día siguiente de la contienda, en caso de ser derrotado.

Esto se debe en buena parte a que la transición democrática que tuvo lugar en Brasil al terminar la dictadura fue coordinada por los propios militares.


En Alemania o Canadá, al igual que Brasil, los militares pueden participar en elecciones sin abandonar sus cargos. En la potencia suramericana todos los agentes de las fuerzas del orden también pueden votar. La situación de los militares y policías en el gigante suramericano no es la misma para quienes forman parte del sector judicial. Si un juez quiere lanzarse como candidato debe abandonar su carrera para seguir sus ambiciones políticas.



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