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Jue, Abr

Carraipía, fuente de agua, fuente de vida

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alejandro Rutto Martínez

Alejandro Rutto Martínez

Columna: Opinión

e-mail: alejandrorutto@gmail.com



Para definir a Carraipía hay que decir que es un pedazo de tierra hermoso, dibujado por el pincel de Dios en el lienzo nítido de su infinita sabiduría. Cuando escucho hablar de Carraipía se encienden mis emociones pues se trata de un lugar que asocio a mis mejores recuerdos, desde la edad temprana cuando en los pliegues de mi memoria comenzaron a alojarse las historias, las anécdotas y los relatos bien contados de quienes habían tenido el privilegio de conocerlo.

Carraipía es el cruce de los caminos que van para todas partes. Para Riohacha, la señorial ciudad de Península; para Albania y Cuestecitas, los lugares del presente y del futuro, Valledupar la tierra en donde Escalona hizo que la vida se convirtiera en hermosas canciones. Pero Carraipía es un camino que conduce también la felicidad, una felicidad representada en el rostro de hermosos niños cuya sonrisa de inocencia nos aproxima a la gloria inmarcesible de Dios. También por Carraipía se llega a las puertas de la amistad, pues la sonrisa sincera de sus hombres y mujeres, su saludo cordial y su abrazo fraternal nos hacen sentir como si fuéramos de la familia. Creo que es justo decir que en Carraipía nadie es forastero, ni extranjero ni extraño, porque todo el que a su suelo llega es recibido como uno de los suyos.

En Carraipía el sol dorado de todos los siglos y de todos los milenios, ilumina a la madre tierra y le da el vital estímulo para que brote desde sus entrañas el verde sólido y vigoroso con el que la naturaleza propaga su energía para brindarnos generosamente sus frutos deliciosos, sus cosechas abundantes y su grata acogida.

Carraipía, la tierra de los alcaravanes, es también la tierra de gente noble y trabajadora cuyas manos han construido con paciencia un lugar lleno de esperanza en un futuro grato y amable en que los hombres y mujeres podrán abrazarse en paz y seguirán escribiendo orgullosos la historia renovada de armonía, logros, conquista y desarrollo.

Esta Carraipía que hoy vibra al ritmo del sonido que produce el viento apacible al acariciar la copa de sus empinados árboles, nos sorprende con sus ganas de dar una valiente lucha para vencer los obstáculos y cumplir una cita con su destino y su porvenir, un porvenir maravilloso en el que gozará la recompensa reservada a quienes han sabido esperar con paciencia y con empeño. Dios bendiga hoy y siempre a Carraipía, a cada uno de sus tiernos niños; a cada una de sus emprendedoras mujeres; a cada uno de sus reflexivos jóvenes; a cada uno de sus laboriosos hombres; a cada uno de sus gratos hijos.

Amo a Carraipía como se ama al mejor de los hermanos. La quiero como se quiere a la fuente de agua en la que calmo mi sed. La adoro como al pueblito colgado de la sierra desde donde llega la brisa agradable con la que se refrescan mis recuerdos de hoy y de ayer. Cómo te quiero, Carraipía, pueblo de mis amigos y de mis sueños.



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