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Jue, Mar

La buena suerte de los líderes (segunda parte)

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alejandro Rutto Martínez

Alejandro Rutto Martínez

Columna: Opinión

e-mail: alejandrorutto@gmail.com



En ocasiones se combinan una serie de factores de manera casi inexplicable como la del fotógrafo cuya lente capta el momento preciso en que un águila, veloz y certera, captura a su esquiva y asustada presa en pleno desierto. ¿Suerte, cierto? Solo en apariencia porque el fotógrafo estuvo ahí en ese momento único y, además, estaba preparado, con una cámara en buen estado, dotada de su batería totalmente cargada y con el espacio disponible de la memoria. Además obturó en el momento exacto y lo hizo como lo indica su experiencia de varios años en el oficio.

Se le presentó una buena oportunidad, cierto, pero pudo haberla perdido de no encontrarse preparado. Vamos a concertar entonces en que la suerte si existe, pero favorece a quien más trabaja para crear nuevas oportunidades y cuando estas se asoman entonces está preparado (bien preparado, por supuesto) para aprovecharlas.

El favor de la suerte se inclina de manera inesperada hacia un lado y hacia otro pero a nadie pasará desapercibido que casi siempre favorece a quien invierte más tiempo y un mayor esfuerzo a la búsqueda de los objetivos.

Cuanto más planea un líder, cuanto más se prepare, más cerca estará de obtener el ansiado guiño de la buena suerte. Cuantos más altos sean sus ideales, y más aliento y estímulos le dé a su gente, mayor será la cosecha de éxitos a lo largo de su carrera. Mientras más insista y lo haga con valor y obstinación, más cerca estará de la meta.

Definitivamente hay que apuntarle a la cima de la montaña y luego escalar con inteligencia y de acuerdo con el plan establecido. De otra manera nunca se llegará a ninguna parte.

Los seres humanos tenemos la costumbre de buscar y encontrar culpables cuando la adeversidad se hace notar. Cuando esto sucede, cuando alguien se encuentra cara a cara con los resultados mediocres, con todo el desparpajo del mundo, culpa a su presunta mala suerte.

Y así transcurre el tiempo y se escribe la historia: mientras unos pierden el tiempo, achacándole la derrota a la mala suerte, otros cosechan sus buenos resultados sobre la base de lo que los demás denominan “buena suerte”.

Y de hecho son tantas las casualidades a su favor que se le puede calificar como un suertudo consumado. Pero… no olvidemos lo que afirmó Anatole France: “la casualidad es el seudónimo utilizado por Dios cuando no quiere firmar”.

Y si hablamos de ese bello deporte que es el fútbol diremos que un promontorio puede desviar el balón y enviarlo al fondo de la red. Eso, en verdad, es asunto de suerte.

Pero en este caso la suerte tiene un requisito previo y éste es buscar el marco contrario. Si no se pisa el área rival no hay promontorio que valga. Y la pelota nunca irá al fondo de la red ni podrá disfrutarse el sabor dulce de la victoria.



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