La vida, lineal en algunos aspectos, está signada por muchos ciclos asincrónicos. El cambio de año representa el final una fase y la oportunidad para replantear la vida; siempre hay dos hechos significativos: el rito para despedir el año finiquitado y recibir al venidero, y el cúmulo de promesas después incumplidas de corregir rumbos extraviados y limpiar los espíritus. En Occidente, el ritual se repite cada 31 de diciembre; uvas, lentejas, maletas, ropa interior de distintos colores para atraer dinero, amor, suerte o salud, la quema del año viejo para espantar males y las cenas propias de cada país.
Cada civilización tiene sus propias fechas y costumbres; en Occidente domina el calendario gregoriano, pero cada cultura tiene momentos distintos para pasar de un año a otro. Así, el año nuevo chino está marcado por la primera luna nueva después del solsticio de invierno (hemisferio norte), fecha cambiante entre enero y febrero. La fiesta dura una semana; cada año está dedicado a una de las representaciones animales del zodíaco chino. Tras las comidas tradicionales, intercambian sobres rojos con dinero para desear y atraer riqueza y abundancia. En Tailandia. Songkram, (pasaje astrológico) es el año nuevo, que siempre cae el 13 de abril; las fiestas duran tres días, y es la ocasión para dejar atrás lo fallido, renovar las esperanzas de mejores tiempos, limpiar la casa, visitar familiares y acudir a los templos para orar. La tradición indica liberar peces y aves en cautiverio: un bello acto simbólico.
De la civilización inca persisten algunas etnias, sus lenguas y costumbres dentro del sincretismo cultural. El año nuevo coincide con el calendario gregoriano, y sus fiestas, homenaje al dios Inti, comienzan con el solsticio de verano (hemisferio sur); los ritos semejan a los cristianos. Los yorubas (Nigeria, Benin y Togo principalmente, con extensiones en Brasil, Cuba y Estados Unidos) tienen un calendario diferente basado en el número cuatro (fases lunares, elementos, puntos cardinales o estaciones) que concilian con el calendario gregoriano; celebran sus fiestas el 3 de junio, coincidiendo con la cosecha del ñame, variando entre países. El ritual de tres días incluye el vestido blanco, saltar siete olas, la preparación de comidas, adivinaciones y ofrendas a Lemanjá, deidad orisha.
El año nuevo judío es una fiesta móvil determinada por las fases lunares; ocurre en otoño para el hemisferio norte, entre septiembre y octubre. El Yom Kippur significa la reconciliación; en la noche del año nuevo, Rosh Hashaná, suelen comer frutas aderezadas de miel para atraer un nuevo ciclo dulce, próspero y alegre. La introspección es fundamental, igual que las oraciones por el nuevo año; el sonido del shofar simboliza el despertar de la conciencia.
La diversidad cultural de la India se refleja en sus celebraciones. Después de su independencia, el nuevo gobierno unificó más de 30 calendarios basándose en el calendario lunisolar Saka, parecido al gregoriano. La fecha del año nuevo es variable debido a las diferentes culturas y tradiciones de la India; comienza durante la primavera, entre marzo y abril. Es importantísima la celebración de la cultura Marathi, unos 90 millones de personas, que viven en la región del Maharashtra; izan la bandera de la victoria, Gudhi, que simboliza la creación del mundo y ahuyenta el mal, trayendo la suerte a quienes la enarbolan. La noche acompaña al Dwali, festival de las luces, que ocurre durante el Kartika, primer mes lunar; es la fiesta más importante para religiones como el hinduismo, budismo, jainimo o sijismo. Se encienden luces, velas e incienso para para celebrar el amor, la vida y la victoria del bien sobre el mal.
Mucha otras etnias o culturas como la islamita, etíope, puthandu o la Wicca celebran el año nuevo a su manera. Lo importante siempre será la reflexión y el cumplimiento de los buenos propósitos para el siguiente año. ¿Cuándo podrá la humanidad proponerse y lograr algún día la paz, el respeto y la armonía? Comencemos por nosotros mismos.