Este lunes 27 de octubre con una eucaristía que se celebrará a las 4:00 de la tarde en la Catedral Nuestra Señora de los Remedios, la familia Sierra Mejía honrará con profunda gratitud y amor la memoria del arquitecto Rubén Darío Sierra Pimienta. Será un encuentro de fe y recuerdo para exaltar la vida de un hombre ejemplar, cuya huella permanece imborrable en el corazón de su familia, amigos y del pueblo riohachero.
Sus hijos María del Pilar, Mey Carolina, Manet Alejandra y José Luis rendirán un emotivo homenaje a su padre, evocando su legado como esposo amoroso, padre dedicado, abuelo orgulloso y bisabuelo entrañable. Hoy, Rubén Darío Sierra Pimienta descansa en la paz del Señor, gozando en el cielo de la presencia de su amada esposa Flor Josefa Mejía Rosado, fallecida hace 13 años, y de su querido hijo Rubén Filippo, con quienes comparte la eternidad.
Sierra Pimienta, a lo largo de su destacada trayectoria pública, sirvió con pasión y entrega a su comunidad. Fue tres veces alcalde de Riohacha, designado por la Presidencia de la República; además, desempeñó importantes cargos como director de Coldeportes en La Guajira y el Magdalena, director del Seguro Social, secretario de Hacienda Departamental, gobernador encargado, tesorero departamental, diputado de la Asamblea y concejal de Riohacha. Su vocación de servicio y su firme convicción de que “todo tiene solución” lo convirtieron en un referente de liderazgo y esperanza.
Por más de 50 años perteneció a la Cofradía de los Hermanos del Santísimo de la Catedral Nuestra Señora de los Remedios, donde su fe y devoción lo acompañaron hasta el final de sus días.
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Quienes lo conocieron lo recuerdan como un hombre sencillo, educado, pasivo y paciente, un amigo leal, un ciudadano ejemplar y un jefe de hogar admirable. Enseñó a los suyos a “alzar la cabeza y estar seguros de nuestras acciones” y a entender que “hay que amar lo que se hace, para poder lograr lo que se quiere.”
En su camino recibió el apoyo incondicional del profesor Luis Alejandro López y de Elvira Pimienta de López, quienes fueron guías fundamentales en la formación y educación de sus hijos, hoy agradecidos por haber tenido un padre que les enseñó el valor del trabajo, la humildad y la perseverancia.
Y en su hogar, con el mismo amor y compromiso con que educó a sus hijos, guió y formó a Paola Andrea Romero Ravelo, a quien reconoció y amó como una hija más, brindándole siempre su afecto, su orientación y su ejemplo. Su corazón generoso no conocía límites, y en su hogar siempre hubo espacio para el cariño, la enseñanza y la comprensión.
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