Nuestro periódico dentro de la libertad que la democracia aun nos ofrece ha tenido y tiene una misión clara y es nuestro propósito cierto, cual es que en nuestros editoriales nos basamos única y exclusivamente en la verdad. Todas nuestras apreciaciones son previamente consultadas y nuestras fuentes siempre son fidedignas; es decir, veraces, auténticas, confirmadas y evidentes.
Esa es primordialmente la diferencia con los diarios comunistas, los cuales solamente registran la noticia que les conviene y sus editoriales se limitan a acomodar sus decisiones políticas, falseando la verdad, dado que les interesa no ser objetivos sino por el contrario contar o exponer su punto de vista que se derive de la doctrina del partido.
Por esa razón hemos sido los primeros que en la página editorial no dudamos en manifestar a nuestros lectores quién era el personaje que nos gobierna, porque conocíamos de sobra sus antecedentes políticos, y personales y anticipamos que iba a llegar a ser el jefe de Estado a través del fraude como en efecto sucedió.
Indagamos y estudiamos sus comportamientos como malhechor, como elemento político y como alcalde de Bogotá. Luego en el parlamento y ahora en la primera magistratura. Ese examen minucioso nos ha permitido adelantarnos a la mayoría de los medios escritos para
mostrar sin ambages las características negativas de ese funesto personaje.
Muchos opinaban que exagerábamos en nuestras opiniones respecto de Petro, pero el tiempo se encargó de mostrar que teníamos la razón. Simple y llanamente cualquier aseveración que hacía referencia con Petro no era producto de nuestra imaginación sino en esencia era resultado de nuestro pleno conocimiento de causa.
Una vez hecho un análisis exhaustivo de nuestra actual situación política, no tenemos la menor duda como ya lo hemos notificado y por ello podemos reafirmarnos de que Petro en su mente trabaja y desea seguir en el Poder.
Ya logró las mayorías en la Corte Constitucional las cuales consolidará con la próxima elección en el Congreso de otro magistrado de esa corporación cuya elección tendrá lugar en un lapso muy corto. Se elegirá uno de los seleccionados por el presidente y cualquiera que resulte electo de la terna presentada, coincidirá con la ideología política de Petro.
En consecuencia, podrá el gobierno entregar la propuesta que requiera con miras a prolongar su período presidencial. Su sometimiento a la Corte le garantizará la luz verde a su idea de continuidad al frente del Estado. Ese hecho hipotético sería de extrema gravedad y se trata nada más y nada menos que de asegurar de manera visible la dictadura marxista.
Pero en el Día del Trabajo, el Primero de Mayo, Petro en su discurso en la Plaza de Bolívar ratificó su desprecio por la institucionalidad. No acepta, sino que la consulta popular sea votada en forma favorable, esto es que el parlamento en pleno avale su anhelado proyecto.
De otra parte, ha estado su ministro del interior Benedetti repartiendo mermelada a diestra y siniestra, prácticamente comprando los votos en el congreso en pleno, con el fin de alcanzar ese encargo; empero, a pesar de estas maniobras normales de Petro y su ministro Benedetti confiamos en que el senado no aprobará la consulta popular.
Nuestro Parlamento deberá actuar pensando en función del bien común, de aquello que más le conviene a los colombianos, no puede aplicarse el harakiri; sobre todo, sopesar y analizar con sumo cuidado las frases de Petro en el día del trabajo, que no son otra cosa que el entierro de nuestra democracia.
Sus palabras amenazantes, irresponsables y antidemocráticas el país debe rechazarlas, es decir hay que decirles la verdad a los colombianos, ya que estamos bajo un régimen dictatorial, al igual que Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Ciertamente con ese discurso incendiario del primero de mayo, exhibiendo la bandera de la muerte, ratificó lo que
hemos pregonado en estas páginas en el sentido de que Petro es otro sátrapa como Ortega, Maduro y Diaz Chanel.
Está actuando no como jefe de Estado, sino como lo que siempre ha sido un guerrillero, que destruyó nuestro sistema de salud y de las pensiones y que por la fuerza nos está imponiendo su marxismo. En las manifestaciones pagadas del Día del Trabajo no hubo las multitudes que presagiaba, habida cuenta de que en la Plaza de Bolívar, no había más de 20.000 personas.
Petro abiertamente está violando nuestra Constitución, por tanto, mostrémosle saliendo a la calle de que el pueblo no lo va a permitir y estas marchas deberán ser multitudinarias, garantizadas por nuestras fuerzas militares y previas a un gran paro general.
Las fuerzas vivas, esto es los empresarios, la sociedad civil, los campesinos, los indígenas de verdad no los comprados, las negritudes, todos los que queremos seguir viviendo en democracia debemos estar presentes.