Estamos finalizando el 2025 y el balance político es sin duda verdaderamente catastrófico y bien preocupante; no nos cabe la menor duda de que nunca habíamos estado bajo un gobierno cuyo objetivo no es otro que destruir el estado de derecho y la institucionalidad, con miras a postrarnos como suelen hacerlo los comunistas en una circunstancia de extrema pobreza.
Estamos en ese proceso; para allá nos dirigimos; pero, lo ciertamente censurable y grave es que el dinero de nuestros impuestos se lo han robado y ahora necesitan disponibilidad de dinero, a través de una emergencia económica, dado que el Congreso no aprobó la Reforma Tributaria.
Quieren efectivo a la mano pues se acercan los comicios presidenciales y legislativos, los cuales se verificarán el año entrante en el mes de mayo. Lógicamente requieren con urgencia de moneda para repartir y de esa manera, tratarán de consolidar y asegurar su proyecto político, el cual está desprestigiado en sumo grado.
Todos los que amamos la libertad, como es apenas normal, rechazamos por ende la opresión leninista derivada del régimen petrista, el cual desea radicalizarse al máximo, con el candidato Iván Cepeda o aquél que resulte del frente amplio que ellos mismos han organizado.
De todas maneras, cualquiera que sea, representará para los colombianos la peor y más peligrosa opción política, sobre todo porqué con otro bolchevique en el poder, lograrían ellos su propósito del dominio del Estado.
Sabemos de sobra de que, si ese propósito lo logran, se incrementará la miseria y qué difícil es despojarlos de las riendas estatales; Venezuela lleva 25 años con esa satrapía. Eso mismo sucede en Cuba y en Nicaragua. Estamos seguros de que la actual administración americana alcanzará prontamente la liberación de esos pueblos subyugados; empero, lo único que debemos hacer es trabajar y trabajar como señala el expresidente Uribe, con el objeto de evitar caer en una prolongación de una dictadura marxista.
No hay derecho ni justificación para haber decretado la emergencia económica; no existían razones para ello; sin embargo, ya vendieron los bonos de tesorería, ocultando el comprador.
Este último hizo un buen negocio, dado que su compra se realizó en las mejores condiciones y Colombia se afectó; pero a Petro tan solo le interesa tener el numerario en el bolsillo. Los efectos serán regresivos comentó el experto tributarista, el abogado, Juan Pablo Suarez.
“Habrá una ampliación del impuesto al patrimonio de las personas jurídicas y golpea también a las personas naturales; el IVA de los juegos de azar será incrementado, al igual que el consumo de cigarrillos y tabaco; el sector de hidrocarburos de la misma manera tendrá una carga adicional, a pesar de tener una meta de cubrir el faltante fiscal del presupuesto del 2026, y lo peor, el gravamen de los movimientos financieros aumentará al 5 x 1000”
La emergencia económica se ha instaurado, con ocasión de hechos imprevisibles en el ámbito económico y social, cuyo impacto se padece de modo inmediato y directo; en consecuencia, son medidas de evidente inconstitucionalidad.
La Corte Constitucional, de seguro tomará cartas en el asunto para echar para atrás esas absurdas determinaciones del presidente Petro, que ha aprovechado para irse lanza en ristre contra los ricos, según él, ellos son los que deben pagar impuestos, pero no les gusta.
Ataca a los empresarios, particularmente al presidente de la ANDI, Bruce Mac Master, quién de frente se ha opuesto a estas decisiones económicas y todas las alocuciones del jefe de Estado dividen más, crean más polarización y por ende enrarecen el ambiente político.
Petro está empeñado en la Asamblea Constituyente, que juró ante notario que jamás la tendría en cuenta. No se le
puede creer nada. Todo son mentiras y engaños. Insiste en esa idea con miras a entretener a los colombianos y buscar fuera de la fórmula electoral con su candidato, otra que le permita una prórroga de su período.
Esperemos y confiemos en que la elección del nuevo mandatario en el 2026 recaiga en aquel candidato que valore el factor de la seguridad como elemento de desarrollo, que trae consigo la paz verdadera, la cual igualmente origina inversiones tanto nacionales como extranjeras.
Así aconteció en el gobierno de Álvaro Uribe, que produjo tal tranquilidad, que la gente volvió a salir por las carreteras y los bandidos quedaron reducidos a su mínima expresión y se presumía que Santos, continuaría la obra de Uribe, como quiera de que Uribe fue su elector.
El mismo primo, Francisco Santos, le advirtió al expresidente Uribe de que Juan Manuel Santos, lo traicionaría y efectivamente esa fue la realidad. En buena parte estamos como estamos por causa del marxista de cuello blanco, que a diferencia de su primo hermano, ocultó su idolatría a Fidel Castro y camuflado logró su cometido.