Escrito por:
Cesar Arismendy Morales
Columna: Reflexiones
e-mail: cesaridys@hotmail.com
Economista de la Universidad de los Andes y Licenciado en Ciencia Sociales de la Universidad Distrital de Bogotá. Cursó estudios de Planificación del Desarrollo Rural y Urbano en la Universidad de los Andes y en el Instituto de Estudios Sociales de La Haya Holanda. Igualmente estudios de maestría en Desarrollo Regional en la Universidad de los Andes y cursos de Ciencias Políticas en la Universidad de Minnesota - Estados Unidos.
El pasado 5 de junio en los Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas se celebró el Día Mundial del Medio Ambiente. Este año bajo el lema de "Muchas especies. Un Planeta. Un Futuro", más de cien países intentan llamar la atención sobre el desarrollo sustentable y equitativo, la preservación de más de 17.291 especies que se encuentran amenazadas o en vías de extinción, incluyendo plantas, insectos, aves y mamíferos.
Muchas de ellas se encuentran frente al riesgo de la desaparición, mucho antes de que hayan sido descubiertas e identificadas. Este día nos recuerda que la protección ambiental ha dejado de ser una tarea nacional o regional para convertirse en un problema global. Todo el planeta debe trabajar para revertir su acelerada degradación.
El 5 de junio no debería ser una fecha más en nuestro frío calendario. En un momento histórico en el cual se sienten los poderosos efectos del cambio climático y se vierten sin control millones de barriles de petróleo en el Golfo de México, este día es el propicio para fomentar una reflexión en torno de la conducta humana y la búsqueda de los ideales de convivencia, respeto, preservación y sostenibilidad del medio natural, el orden, la equidad y la justicia. En este sentido las Naciones Unidas han sido pioneras al tratar el tema, enfocándose inicialmente en el estudio y la utilización de los recursos naturales y en la lucha porque los países en desarrollo ejerzan un control de sus propios recursos naturales.
La Guajira es un territorio biodiverso y frágil. Es semidesértico en el norte. Los dos macizos montañosos como son la Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía de Perijá que lo hace diferente a otros, en la actualidad se encuentran afectados e inmersos en diversos riesgos. El deterioro físico de las áreas de conservación, el tráfico ilegal de especies de fauna y flora, la tala y quema indiscriminada de los recursos forestales, el saqueo, la producción y mal manejo de las basuras, la construcción de grandes obras de infraestructura que se imponen ante la naturaleza, la falta de conciencia ecológica ante el daño producido, la carencia de valores culturales que lleven a los individuos a ser más conscientes de la pérdida de sus recursos y la carencia de un marco jurídico que regule de manera precisa toda acción que ejerza e impacte el uso de la tierra y del desarrollo productivo, hacen parte de este inventario de dificultades estructurales.
La intervención de más de 130 mil hectáreas de tierra por parte de los proyectos mineros, vulneran la base de nuestra propia sobrevivencia como especie, al desaparecer poco a poco la biodiversidad biológica. Es por ello, que el tema amerita una reflexión colectiva en donde se involucren la sociedad civil, las instituciones y el sector privado, especialmente, aquellas empresas que dicen desarrollar sus obras y acciones ambientalmente responsables.
Es indudable que en el Departamento de La Guajira, las entidades que tienen la competencia en la preservación del medio ambiente, vienen desarrollando esfuerzos en torno de contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de los guajiros, garantizando la oferta sostenible de los bienes y servicios ambientales, como agua, aire, suelo, biodiversidad, paisaje, etc., tan necesario para nuestro desarrollo. Pero es absolutamente cierto, que dichos esfuerzos no son suficientes para el tamaño de la responsabilidad y el impacto de la degradación que vemos y sentimos.