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Dom, May

Los mataderos de La Guajira

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Cesar Arismendy Morales

Cesar Arismendy Morales

Columna: Reflexiones

e-mail: cesaridys@hotmail.com

Economista de la Universidad de los Andes y Licenciado en Ciencia Sociales de la Universidad Distrital de Bogotá. Cursó estudios de Planificación del Desarrollo Rural y Urbano en la Universidad de los Andes y en el Instituto de Estudios Sociales de La Haya Holanda. Igualmente estudios de maestría en Desarrollo Regional en la Universidad de los Andes y cursos de Ciencias Políticas en la Universidad de Minnesota - Estados Unidos.



El sacrificio de ganado y el consumo de su carne, es un tema que transciende lo meramente nutricional. El consumo de carne está tan ligado a nuestra cultura y cotidianidad, que resulta crucial para la seguridad alimentaria y la sostenibilidad de la población. En los análisis para medir el grado de desarrollo económico de una localidad, región o país se ha tomado como un importante indicador en la determinación de pobreza, indigencia y concentración de los ingresos.

En La Guajira este caso es paradójico. Por lo menos 135 mil personas no consumen carne de ganado. Ello no obedece a que dicha población sea vegetariana y a sus preferencias por la carne de pescado. No, desafortunadamente ello es debido a que en muchísimos de nuestros hogares se obtienen diariamente ingresos iguales o menores a US $1,7. El resto de la población que puede consumirla por lo menos una vez a la semana, no sabe absolutamente nada del origen de la misma.

La carne es de muy baja calidad. Nadie nos puede garantizar el estado sanitario y fitosanitario del animal. Igualmente, las prácticas, el cuidado e higiene durante su sacrificio, lo que nos está remitiendo a un problema de masas y de salud pública. El actual estado de los mataderos es muy preocupante y no se le puede perder tiempo.

Tener perfecta información de lo que se consume es uno de los supuestos básicos que sostienen la teoría de los mercados. Los consumidores de carnes tenemos el derecho a un consumo seguro y de calidad. En el caso de la carne de ganado, el Estado tiene la obligación de garantizarles a los asociados el servicio público de inocuidad del alimento, es decir, garantizar que ella no causará daño a quien la consuma, a través de los controles que se deben realizar en las plantas de sacrificio animal o mataderos.

En La Guajira, nada de ello se pone en práctica por falta de institucionalidad y regulación del sector. Las Alcaldías que tienen la máxima responsabilidad no actúan en consistencia. En la actualidad, todos los mataderos localizados en los 15 municipios incumplen con las condiciones de operación que ha establecido el Invima.

De acuerdo a un reciente estudio contratado por la Gobernación Departamental, ninguno de ellos cumple con los componentes de estado y calidad de la infraestructura física, sanitaria y ambiental, socioeconómica y de mercado, procesos de producción, organizacional, veterinario y zootécnico.

El mejorcito es el de Villanueva, pero no tiene las condiciones de integralidad con el entorno y no cuenta con un cuarto de maduración de carne. Los de Maicao y Riohacha, deben ser relocalizados ya de ellos salen olores ofensivos que impactan a las poblaciones localizadas en las zonas de influencia inmediata. Si esta es la situación que se presenta en el sacrificio de ganado vacuno, por lo que vemos diariamente, las condiciones de sacrificio del ganado ovino, caprino y porcino deben ser peores.

Frente a este desorden sectorial, se abre paso el Plan de Racionalización de Plantas de Beneficio de La Guajira, proceso que debe terminar en el 2012 con la construcción de una Planta de Beneficio Animal y el cierre de todos mataderos locales. Este proceso ya se inició respaldando las necesidades y derechos de los consumidores de carne en La Guajira, pero falta mucho trecho. En la mesa de trabajo que ha contado con la aprobación inicial de los alcaldes aún no se destapan todas las cartas, ya que en cada una de las entidades territoriales se mantienen diversos intereses que puedan frustrar el intento que hace la Secretaría de Desarrollo Económico Departamental por ponerle orden a este inmenso desorden.



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