Escrito por:
Cesar Arismendy Morales
Columna: Reflexiones
e-mail: cesaridys@hotmail.com
Economista de la Universidad de los Andes y Licenciado en Ciencia Sociales de la Universidad Distrital de Bogotá. Cursó estudios de Planificación del Desarrollo Rural y Urbano en la Universidad de los Andes y en el Instituto de Estudios Sociales de La Haya Holanda. Igualmente estudios de maestría en Desarrollo Regional en la Universidad de los Andes y cursos de Ciencias Políticas en la Universidad de Minnesota - Estados Unidos.
En medio de la celebración de los 45 años de vida jurídica del Departamento de La Guajira y antes de iniciar una reunión de evaluación de gestión y generación de acuerdos institucionales en donde participaban la totalidad de los alcaldes municipales y el Gobernador, un grupo de invitados, sostenían una interesante discusión a la cual me sume. Se conversaba en torno de si los municipios del sur de La Guajira estarían mejor social y económicamente si ellos pertenecieran al Departamento del Cesar y no al de La Guajira.
Cada vez que se celebra un año más de vida administrativa, esta discusión sale a flote por diferentes motivos. Muchas veces se convierte en el gran temor de los funcionarios públicos, ya que no saben cómo responderles a los ciudadanos del sur del Departamento, que requieren una respuesta lógica sobre dicha preocupación que siempre está allí a flor de piel, y que de alguna manera limita el establecimiento de la unidad e integración territorial norte-sur.
Muchos de los interrogantes surgen de las profundas desigualdades existentes entre los modelos de desarrollo urbano de sus ciudades capitales. No hay la menor duda de que Valledupar presenta una mejor organización y niveles de desarrollo social y económico muy superiores a los de Riohacha. Esa es una gran realidad y ello establece la diferencia.
Producto de esa inquietud, me di a la tarea de hacer una evaluación comparativa del indicador de pobreza relacionado con las necesidades básicas insatisfechas, el cual refleja la carencia de un nivel mínimo de capital humano y físico indispensable para la satisfacción de las necesidades básicas de las personas. A partir de ello, se puede evaluar la calidad de las viviendas, servicios públicos, hacinamiento, insatisfacción escolar y dependencia económica.
Si comparamos seis municipios del sur de La Guajira (Distracción, San Juan, El Molino, Villanueva, Urumita y La Jagua del Pilar) con seis municipios del norte del Cesar, excluyendo a Valledupar (La Paz, Manaure, San Diego, Pueblo Bello, Agustín Codazzi y El Copey), nos damos cuenta que el indicador de necesidades básicas insatisfechas es menor en los municipios del sur de La Guajira. Ello significa, que estos tienen mejores condiciones de vida que los del Cesar. El primer grupo, presenta NBI de 37,5 % y el segundo, de 42.8%
Esto tiene diversas explicaciones. Una de ellas es que estos departamentos han seguido modelos de desarrollo divergentes. Mientras que en La Guajira se tiende hacer más equilibrado y redistributivo frente a sus municipios, en el Cesar se ha venido privilegiando el desarrollo de Valledupar como centro urbano que ha primando sobre los demás entes territoriales. Allí se encuentran las razones de las condiciones de vida más favorables que presenta Valledupar cuando se compara con Riohacha.
Esa historia no es nueva. El Cesar ha consolidado a Valledupar a expensas de sus otros municipios. Desde la década de los años setenta la ciudad capital del Cesar ha operado como extractora de los excedentes económicos regionales. Captura todas las rentas, incluida la de carbón. Así sucedió con las bonanzas del algodón y la ganadería. No hay derecho de que uno de los municipios agropecuarios y que hace un aporte crucial al desarrollo regional como es Agustín Codazzi, presente indicadores tan deplorables. Mientras Valledupar tiene un NBI de 27%, este se encuentra en 43%. Todo lo contrario sucede con Riohacha, ya que la mayoría de los municipios del sur presentan mejores condiciones de vida que la ciudad capital del Departamento