Escrito por:
Cesar Arismendy Morales
Columna: Reflexiones
e-mail: cesaridys@hotmail.com
Economista de la Universidad de los Andes y Licenciado en Ciencia Sociales de la Universidad Distrital de Bogotá. Cursó estudios de Planificación del Desarrollo Rural y Urbano en la Universidad de los Andes y en el Instituto de Estudios Sociales de La Haya Holanda. Igualmente estudios de maestría en Desarrollo Regional en la Universidad de los Andes y cursos de Ciencias Políticas en la Universidad de Minnesota - Estados Unidos.
En representación del Gobierno de La Guajira, fui seleccionado para integrar la comisión oficial que ha viajado a la Isla de Aruba para acompañar al antropólogo Weildler Guerra Cúrvelo a entregar y develar formalmente la embarcación wayuu que el gobierno departamental le ofreció como presente al Ministro Presidente mr. Michael Godfried Eman, para ser dispuesta en un espacio relevante del renovado museo arqueológico.
Una embarcación que para nosotros puede no tener una gran valoración, ya que estamos acostumbrados a verla y tocarla en el litoral de muchas formas. Pero, para los de aquí acostumbrados a mirar y manosear a los grandes cruceros, es un instrumento sencillo y simbólico del intercambio cultural más profundo y sentido. La embarcación representa el instrumento y la tecnología usada por los nativos para desplazarse al interior del Caribe oriental y a la nación guajira. Esta hace parte de sus raíces.
Más allá del evento mismo, lo importante para mí que he venido por primera vez, ha sido reconocer que la gente de aquí es gente como uno, en un ecosistema como el de uno. Nuestro viaje duró 45 minutos, la mayoría del tiempo sobre el espacio aéreo departamental. Cuando ya salimos del continente, a un costado de Puerto Estrella, de manera inmediata comenzamos el descenso y allí estaba la isla más emblemática para los guajiros, que todos deseamos conocer. Me sentí muy afortunado de poder tener esta oportunidad bendita, de hacer relaciones internaciones desde la región.
Aruba es un país autónomo que desde el 1 de enero de 1986 hace parte de la comunidad del Reino de los Países Bajos. Tiene un alto nivel de vida y un ingreso percápita cercano a US$ 25 mil, casi 3 veces más alto que el colombiano. Desde la segunda mitad del siglo pasado, esta isla se acostumbró a vivir de la refinería de petróleo que se catalogó como la más grande del mundo. Ese era el papel que cumplía como parte de las Antillas Neerlandesas, actividad de la cual dependía y que cerró durante la segunda década de los años ochenta. El desempleo apareció y surgió de manera grandiosa el turismo.
Uno de nuestros interlocutores del gobierno arubeño ha sido el dr. R.A. Lee, director del Departamento de Relaciones Exteriores. Hablando de varios temas y de interés por La Guajira, decidimos echarle una mirada a la formación escolar y universitaria, en función de hacer "huella regional" y explotar las vocaciones del territorio. Allí nos detuvimos por mucho rato y empecé a encontrar claridades y rutas de soluciones a situaciones que se presentan en torno de nuestro modelo de desarrollo turístico.
A partir de ella he tenido una ruptura conceptual, ya que el turismo aquí se construye sobre la hospitalidad y no sobre la industria. No existe una carrera de hotelería y turismo, aquí la carrera se llama hospitalidad, como una cualidad del ser y de la sociedad. Hospitalidad, significa recibir bien al invitado, requiriendo que el anfitrión y la ciudad se preparen para cumplir los requerimientos básicos del que llega.
La hospitalidad es un valor de nuestra sociedad, inmersa en todo lo que hacemos. En La Guajira se nos reconoce como culturalmente abiertos y ella hace parte de las fortalezas de la competitividad regional, pero la hospitalidad debemos validarla en nuestras casas y por fuera de ella. Eso implica que es un valor que hay que transferirlo a la ciudad y a la región, como la casa de todos. Eso fue lo que hicieron los arubeños y arubeñas, cuando cambiaron la refinería de petróleo por la industria sin chimenea de talla mundial.