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Dom, May

El Silencio, un lugar para visitar

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Cesar Arismendy Morales

Cesar Arismendy Morales

Columna: Reflexiones

e-mail: cesaridys@hotmail.com

Economista de la Universidad de los Andes y Licenciado en Ciencia Sociales de la Universidad Distrital de Bogotá. Cursó estudios de Planificación del Desarrollo Rural y Urbano en la Universidad de los Andes y en el Instituto de Estudios Sociales de La Haya Holanda. Igualmente estudios de maestría en Desarrollo Regional en la Universidad de los Andes y cursos de Ciencias Políticas en la Universidad de Minnesota - Estados Unidos.



En el río Ranchería existen múltiples historias locales por contar, conocer y valorar. El surgimiento de la agricultura entre los wayuu, el desplazamiento de población indígena, la colonización española, los asentamientos afrodescendientes en su cauce, la práctica de la minería, la catequización de los wayuu en Aremazaín, la guerra de Pancho, la Batalla de Carazua y el poblamiento de El Silencio, hacen parte de una realidad que no se ha escudriñado suficientemente y que se ha ido tejiendo durante muchos años a lo largo de un camino de 248 kilómetros de agua que cruza 9 municipios de La Guajira.

Recientemente visité a Distracción y tuve la oportunidad de bañarme en las aguas de El Silencio. Antes de ser un atractivo turístico regional, este fue un lugar de paso obligatorio de campesinos que a pie o en mulas subían y bajaban de la Sierra, especialmente de la zona de Caracolí Sabana de Manuela. Allí descansaban e intercambiaban productos agrícolas por provisiones tales como cigarrillos, tabacos, fósforos, sardinas, galletas y carnes enlatadas.

El trueque se realizaba en los predios de la familia Madera Martínez, oriunda del corregimiento de Los Hornitos, actual municipio de Distracción. Gladys Madera Martínez, aprovechó para cocinar y ofrecer comida al lado del río a los campesinos viajeros. Abrió un espacio en la orilla en donde se bañaban mientras esperaban la gallina guisada que ofrecía como almuerzo.

Este lugar ganó el reconocimiento de los habitantes de Distracción y Fonseca apropiándolo para hacer "paseos de ollas". Aprovechando un periodo electoral, Gladys comprometió a un gobernador de La Guajira para hacer un kiosco en los predios de su familia. La infraestructura se construyó al final de la década de los ochenta. Fue administrado por la Corporación Departamental de Turismo, quien posteriormente se lo asignó a la Familia Madera Martínez mediante la realización de un contrato de comodato.

Gladys comenta que el inicio fue lento. Se encontraba sola en la actividad turística y recreativa del lugar. Cerca al kiosco había un pozo llamado El Silencio, reconocido por encontrarse cubierto de árboles y por la sombra que proyectaba. "Había un caimán, pero este se fue cuando se incrementó el poblamiento del sitio, dijo Leonor Martínez. Entre 1993 y 1994 la Alcaldía Municipal de Fonseca a la que partencia jurídicamente, desarrolló algunas obras e inició la infraestructura complementaria. Aparecieron las vías internas, los jarillones de contención de la creciente del río y la refacción de la carretera.

En la segunda mitad de la década de los noventas, se inició un proceso de densificación del territorio, lo que atrajo la inversión privada para ofrecer al río como atractivo turístico, actividad que se fue ampliando y promocionando con el mejoramiento de la infraestructura. Se construyeron el mirador, la zona peatonal, los nuevos jarillones, la iluminación, el acueducto, el alcantarillado y la pavimentación de 280 metros de vía de acceso a las acequias y balnearios.

En la actualidad, El Silencio es un importante núcleo turístico consolidado sobre el Ranchería que recibe durante un fin de semana a más de 600 personas provenientes de toda La Guajira y del norte del departamento del Cesar. Aún falta mucho, pero se puede mejorar integrando lo que está con los servicios ambientales que ofrece el entorno.



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