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Mié, May

Fronteras ardientes

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Cesar Arismendy Morales

Cesar Arismendy Morales

Columna: Reflexiones

e-mail: cesaridys@hotmail.com

Economista de la Universidad de los Andes y Licenciado en Ciencia Sociales de la Universidad Distrital de Bogotá. Cursó estudios de Planificación del Desarrollo Rural y Urbano en la Universidad de los Andes y en el Instituto de Estudios Sociales de La Haya Holanda. Igualmente estudios de maestría en Desarrollo Regional en la Universidad de los Andes y cursos de Ciencias Políticas en la Universidad de Minnesota - Estados Unidos.



Las relaciones entre Colombia y Venezuela nuevamente se ven afectadas por cuenta del desarrollo de la presente campaña electoral. En el debate de los candidatos a la Presidencia de la República convocado por el Canal Caracol, Noemí Sanín dijo que en su calidad de mandataria volvería a invadir y bombardear a un país vecino con el objeto de darle de baja a cualquier jefe guerrillero. Es decir, volvería a repetir las acciones realizadas por las Fuerzas Armadas colombianas cuando pasaron deliberadamente la frontera ecuatoriana para buscar y matar a Raúl Reyes.

Sobre estos hechos, el candidato Juan Manuel Santos manifestó estar altamente orgulloso al haber autorizado y comandado como Ministro de Defensa las acciones militares que a través del bombardeo, no solamente destruyeron el campamento de las Farc localizado en el Ecuador, sino que dieron muerte a diferentes personas de otros países que no portaban armas y que tampoco estaban vestidas con camuflados.

En medio del debate, se abstuvo de comentar si lo volvería hacer. Como fiel creyente del ”estado de opinión” y que el fin justifica los medios, dejó explícito que si lo consideraría dependiendo de las condiciones y el balance estratégico del momento.

El caso hipotético al cual se refirieron Sanín y Santos, también incluía a Venezuela como país vecino. Las reacciones de los presidentes Chávez y Correa no se hicieron esperar. De inmediato expresaron que una nueva acción militar por parte Colombia que violara la soberanía de sus países sería respondida de inmediato y de manera directa. El silencio de estos candidatos se constituyó en la mejor y única respuesta.

Con sus apreciaciones de intolerancia con las naciones vecinas, irrespeto a la soberanía y autodeterminación de los pueblos, Sanín y Santos reflejaron el poco interés que tienen en las poblaciones que residen en las franjas fronterizas de nuestro país. Estoy seguro que si Bogotá o Medellín estuvieran localizados en La Guajira o en el Departamento de Nariño, sus respuestas hubieran sido muy diferentes. No valoran a la población de la frontera que hace parte de la provincia colombiana, dado que en un escenario de conflicto bélico con los vecinos, la guerra no llegaría a Bogotá y a Medellín. Estas ciudades serían las más protegidas por su valor estratégico para la producción nacional. Las pequeñas ciudades y poblados de las fronteras se constituirían en el teatro de la guerra. Es allí en donde se sentirán los rugidos de los tanques y cañones.

La guerra no puede ser asumida como un divertido juego de los niños bien de este país. Ellos son los primeros en irse a Europa y Estados Unidos. A los candidatos que piensan que la políticas de seguridad democrática como una forma de generalizar la guerra les puede dar la victoria en las elecciones del próximo mes de mayo, es necesario reiterarles que las fronteras no son espacios para el conflicto. Ellos deben comprender que las áreas fronterizas son más que una sumatoria lineal de puntos y rayas con puestos militares, alcabalas y policías. Las fronteras son espacios de integración social que se desarrollan independientemente de la voluntad y decisiones políticas de las burocracias y centros de poder. Los habitantes de las fronteras colombinas sentimos que la política de seguridad democrática combinada con declaraciones poco responsables como las de Sanín y Santos tienen efectos erosivos en nuestra sociedad.

En La Guajira, adicional al conflicto interno que estamos viviendo a través de las acciones de los grupos irregulares armados en Maicao y los desplazamientos violentos de los wayuu en la Alta Guajira, ahora se suma como el temor por la amenaza de una confrontación bélica con Venezuela.



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