Primero una pregunta: ¿Mancuso puede asegurar bajo la gravedad del juramento que no entregó bienes y dineros obtenidos en actividades ilícitas para que alguien se los legalizara y administrara?
Mancuso y Popeye, dos figuras sombrías, han arrojado al mundo sus supuestas verdades ante los jueces. Pero no podemos quedarnos callados y permitir que estas afirmaciones distorsionen nuestra percepción de la realidad. Es hora de poner en relieve los efectos peligrosos que estas palabras pueden tener en nuestra sociedad.
No olvidemos que Mancuso y Popeye son personajes con pasado criminal, vinculados a actividades ilegales y violencia despiadada. De tal manera que, en principio, no podemos tomar sus palabras como hechos irrefutables sin examen exhaustivo, sin pruebas materiales. Aceptar sus declaraciones sin cuestionamiento es abrir las puertas a la manipulación y desinformación.
Las palabras de Mancuso y Popeye están destinadas a crear confusión, sembrar la discordia y socavar la confianza en nuestras instituciones judiciales. Su objetivo es claro: socavar el Estado de derecho y el sistema democrático que tanto ha costado construir.
Y así lo deben considerar el presidente Petro y el país decente porque esas afirmaciones de criminales confesos pueden tener consecuencias reales para las personas involucradas; y creerlas sin reservas pueden perpetuar la difamación y el estigma hacia individuos inocentes, poniendo en juego la reputación e integridad de las personas que mencionan. Detrás de las acciones de Mancuso y Popeye hay una estela de sufrimiento y dolor además de falta de respeto hacia las víctimas de sus acciones.
En un sistema jurídico la verdad debe ser determinada por los tribunales. Los jueces y fiscales, a través de un proceso legal riguroso, deben examinar las pruebas y escuchar a todas las partes involucradas antes de llegar a una conclusión. Confiar en la justicia es fundamental para mantener la estabilidad y la armonía en nuestra sociedad.
En los últimos 50 años, nuestro país ha sido testigo de crímenes atroces cometidos tanto por paramilitares como por guerrilleros.
Sin embargo, lo que resulta indignante es la disparidad en las consecuencias de estos actos de violencia, porque los paramilitares han sido llevados ante la justicia donde muchos han sido condenados y enviados a prisión, hasta han sido extraditados para que paguen por sus crímenes, y esa es una victoria para la justicia.
Mientras los paramilitares pagan por sus crímenes, algunos guerrilleros han logrado llegar al Congreso. ¡Es inaceptable! ¿Cómo es posible que quienes han participado en actos violentos y han sembrado el terror en nuestra nación ahora se sientan en las mismas sillas donde se toman decisiones cruciales para nuestro país? Esto demuestra un claro desequilibrio en el sistema y aquí es donde surge un sesgo evidente.
La JEP y la Comisión de la Verdad deben ser escrutadas minuciosamente, ya que su imparcialidad se ha visto comprometida. Los crímenes de los guerrilleros no se pueden minimizar o pasar por alto, especialmente cuando hay víctimas que aún esperan justicia y reparación. No pueden manipular la verdad para reescribir la historia, porque la verdad debe prevalecer sin importar el grupo armado involucrado. Hay que enfrentar la realidad de manera enérgica y decidida mediante un sistema de justicia donde todos los responsables de crímenes atroces rindan cuentas garantizando verdad, justicia, reparación y no repetición.
¿Entonces tratándose de verdades a quién le creemos?
La Corte Suprema de Justicia dijo que la información contenida en los computadores de alias “Raúl Reyes” no podía ser usada en ningún proceso judicial porque habían sido obtenidos de manera ilegal sin la participación del gobierno ecuatoriano y con eso se perdió todo lo que guardaban dichos computadores. ¿A quiénes ocultaron?
Popeye dijo a la revista Semana “Yo soy la memoria histórica del cartel de Medellín”, y en tal sentido aseguró que “El financiamiento por parte de Pablo Emilio Escobar Gaviria y el cartel de Medellín a la toma del Palacio de Justicia es una realidad; nótese que no digo supuestamente”. ¿Cuál era la intención?
Y ahora Mancuso dice que los paramilitares apoyaron en las elecciones a Horacio Serpa, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe Vélez. ¿Y las pruebas de todo?
Y como dijo el filósofo de La Junta: Se las dejo ahí...
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