WASHINGTON (AP)-Un hombre identificado como "Clodomiro Agami" —seudónimo casi idéntico al empleado alguna vez por el magnate septuagenario colombiano Víctor Carranza— admitió según cables diplomáticos estadounidenses difundidos recientemente que "él y hombres bajo su mando" fueron responsables de la masacre de Miraflores, en la que 12 personas perdieron la vida en octubre de 1997.

La masacre de Miraflores, que dejó 12 campesinos muertos y cientos desplazados, es emblemática del conflicto colombiano y formó parte de una ofensiva de las paramilitares Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) para disputar a las guerrillas de las FARC el negocio de la coca.
"Aún más contundentes son otras tres docenas de documentos desclasificados vinculando al 'Zar de las Esmeraldas' al paramilitarismo y al narcotráfico", dijo Evans a la AP. "Funcionarios de la CIA, el Pentágono y el Departamento de Estados unánimemente describieron a Carranza como un jefe siniestro pero poderoso de las AUC con conexiones profundas al narcotráfico".
El Archivo de Seguridad Nacional difundió el 22 de diciembre 37 cables emitidos por la embajada estadounidense en Bogotá que se refieren a Carranza como un "narcotraficante muy importante" y uno de los dos líderes paramilitares más conocidos en la nación sudamericana.
Las autoridades judiciales colombianas no han anunciado diligencias adicionales en casos relacionados a Carranza desde la desclasificación de los documentos.
Esas investigaciones quedaron en etapa preliminar pese a que más de 60 ex congresistas ya han sido procesados y condenados por las acusaciones en su contra hechas por los mismos paramilitares que declararon contra Carranza.
Evans se preguntó en su página web si "¿prosperará otra investigación sobre los presuntos vínculos de Carranza con el paramilitarismo pese a que otras han fracasado?".
"Con tanta evidencia disponible, las respuestas a estas preguntas pueden depender simplemente de si el gobierno colombiano y el sistema judicial tienen el valor y los recursos para trabajar el caso, proteger testigos, fiscales y jueves de intimidación y superar los 'recursos considerables' que Carranza puede traer a su defensa", dijo Evans.
Los documentos coinciden en presentar a Carranza como un financista de los paramilitares con estrechos vínculos a los narcotraficantes y a las fuerzas de seguridad colombianas. Carranza, que ha estado en la mira de la justicia durante casi toda su vida, siempre ha negado cualquier vínculo con los grupos paramilitares o de autodefensa.
El llamado "Zar de las Esmeraldas" es un hombre de 76 años, de origen campesino, que ha amasado una de las mayores fortunas del país gracias a la explotación de las piedras preciosas en su natal departamento de Boyacá, en el centro-este del país.
Pese a las múltiples e inveteradas denuncias en su contra, sólo ha estado en prisión una sola vez. En febrero de 1998 la Fiscalía ordenó su captura porque varios testigos lo acusaron de ser uno de los promotores de las bandas paramilitares en Colombia, sobre todo en Boyacá y en el departamento de Meta donde posee grandes extensiones de tierra. Sin embargo, recuperó la libertad en diciembre de 2001 y un juzgado penal de Bogotá desestimó después las acusaciones en su contra y lo absolvió.
El poder de jueces y fiscales prácticamente no lo han tocado. Siempre ha habido una leyenda de que los procesos en su contra están signados por incendios en los despachos judiciales donde se le investiga o por las extrañas muertes de los funcionarios que conocen sus procesos. Entre sus abogados han figurado al menos dos ex magistrados de la Corte Suprema de Justicia y uno más que actualmente hace parte de la Sala Penal del mencionado alto tribunal.
Un documento preparado en 1998 por la embajada para el entonces comandante del Comando Sur, general Charles Wilhelm, señala que Carranza "se considera más poderoso que Castaño porque es un multimillonario, tiene el doble de la edad de Castaño, controla más gente armada, y ganó una sangrienta guerra a fines de los 80 contra el capo Gonzalo Rodríguez Gacha", un temido narcotraficante del desarticulado cartel de las drogas de Medellín y quien fue muerto por las fuerzas del orden en 1989.
El documento agrega, refiriéndose al extinto cabecilla de las paramilitares Autodefensas Colombianas (AUC) Carlos Castaño, asesinado en 2004, que Carranza "se contentaba operando tras bastidores, dejando que Castaño tuviera una proyección pública mayor".
Según el informe desclasificado, en 1998 gerentes de empresas petroleras multinacionales "expresaron temor sobre la expansión de las fuerzas paramilitares de Carranza".
El sacerdote jesuita Javier Giraldo y el congresista izquierdista Iván Cepeda lanzaron el año pasado un libro en el que sindican a Carranza como uno de los promotores de las tenebrosas bandas del paramilitarismo en Colombia.
En esa oportunidad Carranza atribuyó las acusaciones en su contra a "resentidos narcotraficantes" que buscan rebajas en sus penas y beneficios procesales y reiteró que siempre ha estado presto a las citaciones de las autoridades judiciales.