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Novena a la Virgen de la Medalla Milagrosa para fortalecer la fe

Actualidad
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La parroquia San José se une a la convocatoria nacional de la Provincia Vicentina, invitando a los fieles samarios a prepararse espiritualmente para la fiesta del 27 de noviembre.

Santa Marta vive con devoción la Novena a la Virgen de la Medalla Milagrosa, una tradición que año tras año fortalece la fe de miles de creyentes en el país. En la capital del Magdalena, la parroquia San José abrió sus puertas para que la comunidad participe de esta práctica espiritual que busca renovar la fe, la esperanza y la caridad.

La iniciativa fue presentada por la Provincia Vicentina en Colombia, que lanzó una nueva edición de la novena como una guía de oración y reflexión en el marco del Jubileo de la Esperanza y los 400 años de la fundación de la Congregación de la Misión. Esta versión se rezará desde el 18 de noviembre hasta el 27 de noviembre, día en que la Iglesia celebra la fiesta de la Medalla Milagrosa.

El superior provincial, P. Carlos Arley Cardona Salazar, explicó en el prólogo del documento que la novena es un signo de agradecimiento “por tantas gracias y bendiciones recibidas a lo largo de nuestra historia como Iglesia y a lo largo de nuestra vida como vicentinos”.

En Santa Marta, esta devoción tiene una especial acogida entre los feligreses que cada año se congregan para honrar a la Virgen María bajo esta advocación. Desde la parroquia San José, ubicada en el centro histórico de la ciudad, se invita a los samarios a participar de las jornadas de oración que destacan el valor de la intercesión mariana en momentos de dificultad.

La devoción a la Medalla Milagrosa se remonta a las apariciones de la Virgen María a Santa Catalina Labouré, ocurridas entre el 18 y 19 de julio de 1830 y posteriormente el 27 de noviembre del mismo año, fecha en la que la Madre de Dios pidió acuñar la medalla que hoy es símbolo de protección y gracia.

El mensaje central de esta novena exhorta a los fieles a profundizar en la vida espiritual, permitiendo que la oración transforme sus corazones y fortalezca el compromiso con el servicio al prójimo. “María sigue siendo, para la Iglesia y para el mundo, la portadora de las gracias divinas y la protectora de la humanidad”, señala el texto de la Provincia Vicentina, recordando que su acompañamiento maternal inspira a vivir una “fe gozosa” y una “esperanza viva”.

Las actividades religiosas en Santa Marta continuarán durante los nueve días previos a la fiesta del 27 de noviembre, fecha en la que se espera una nutrida participación de la comunidad católica que tradicionalmente acude a rendir homenaje a la Virgen de la Medalla Milagrosa.

Septimo Día

 

Lectura del Texto Bíblico: Juan 19, 25-27

 

“Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre:

«Mujer, ahí tienes a tu hijo.» Įuego dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa”. Palabra del Señor.

 

REFLEXIÓN:

El Evangelio de san Juan nos lleva al Calvario, donde el amor alcanza su plenitud. Allí, el dolor no destruye la fe de María: ella no huye ni se lamenta, simplemente permanece. Su silencio al pie de la cruz es el acto más grande de fe: creer en el amor cuando todo parece perdido.

 
Desde la cruz, Jesús pronuncia una entrega: “Mujer, ahí tienes a tu hijo... ahí tienes a tu madre.” Con esas palabras, María se convierte en Madre de todos los creyentes y su dolor se vuelve fecundo. No se aferra al Hijo, lo ofrece; su corazón traspasado participa en la redención junto al sacrificio de Cristo.

 
En la Medalla Milagrosa, los dos corazones —el de Jesús, coronado de espinas, y el de María, atravesado por una espada— simbolizan un solo amor compartido: la pasión divina y la compasión humana. Įa redención no se impone, se comparte.

 María al pie de la cruz enseña que la verdadera fe es permanecer fiel en la oscuridad. Su silencio prolonga el “sí” de Nazaret hasta el final, mostrando que el amor vence, la vida triunfa y la cruz es el umbral de la gloria.

 
Oración a la Virgen María

Madre, Camino de Esperanza, tú que fuiste iluminada por la fe y creíste en la Palabra de Dios, acompáñanos en esta novena que dirigimos en tu honor, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa. Que, reunidos en torno a tu Hijo, podamos recuperar la frescura del Evangelio y anunciar con alegría la esperanza a un mundo herido por la división y las discordias.

 Tus rayos nos infunden la certeza de que nuestra historia está en las manos misericordiosas de Dios, que nos ama y nos ilumina en las noches más oscuras y en los momentos más dolorosos de nuestra vida. Hoy, más que nunca, elevamos nuestro clamor al cielo, implorando un nuevo renacer del corazón y de la fe.

 Ayúdanos, Madre, a sembrar en nosotros la Palabra del Señor, a custodiarla con amor y a proclamarla con valentía, para que Cristo, tu Hijo, sea conocido, amado y servido en nuestros hermanos y hermanas.

 

Amén.

 —Oh María sin pecado concebida— Rogad por nosotros que recurrimos a vos.

Oración para todos los días
Padre misericordioso, que en tu inmenso amor nos has dado el signo admirable de la maternidad divina de María, por quien nos llegó Cristo, nuestro Salvador y Redentor. Te pedimos que, de la mano de Ella, caminemos por este mundo sembrando semillas de justicia y de paz, construyendo juntos espacios donde se haga visible tu Reino en medio de nuestros hermanos y hermanas que más sufren. Padre amoroso, llenos de una esperanza renovada que María nos inspira, nos presentamos ante ti con el corazón sediento y necesitado de tu Palabra. Al meditarla cada día en esta novena, concédenos la gracia de abrirnos al don de la conversión, para que, siendo verdaderos discípulos y misioneros de Cristo, podamos anunciar con gozo la Medalla Milagrosa como un signo profético de tu amor y de tu misericordia para nuestro tiempo.