Bruselas y Berlín observan con nerviosismo cómo el país que al que se asignaron el 23 % de los fondos de recuperación europeos postpandemia podría virar de nuevo hacia el euroescepticismo.
Cracovia (Polonia) (EFE).- Tras una primera ronda de las elecciones presidenciales polacas del pasado domingo marcada por la alta participación (67,3 %) y unos resultados más ajustados de lo previsto, el liberal y proeuropeo Rafal Trzaskowski y el conservador soberanista Karol Nawrocki se enfrentarán el 1 de junio en una segunda y definitiva vuelta para decidir quién será el presidente del país centroeuropeo hasta 2030.
Los datos oficiales confirman el triunfo de Trzaskowski, actual alcalde de Varsovia y vinculado al partido gubernamental Coalición Cívica (KO), con el 31,4 % de los votos, frente al 29,5% del historiador ultranacionalista Nawrocki, al que respalda Ley y Justicia (PiS).
Pero el hecho de que los dos candidatos de extrema derecha que concurrían hayan sumado un 21,1% de los votos indica que, pese a la victoria de Trzaskowski, hay una mayoría que no comulga con el proyecto político que comparte con su correligionario, el primer ministro Donald Tusk, que ya tuvo que recurrir a una alianza múltiple para hacerse con el poder el año pasado y poner fin a la era conservadora iniciada en 2015.
Una victoria agridulce
La KO de Tusk celebra la victoria parcial de Trzaskowski, pero se trata de un triunfo temporal y que incluso se puede considerar un fracaso estratégico, teniendo en cuenta la escasa diferencia conseguida por un peso pesado del partido contra Nawrocki, un rival totalmente desconocido hace seis meses.
Además, los candidatos del resto de partidos de la coalición del Gobierno centrista obtuvieron resultados testimoniales, y por ejemplo Szymon Hołownia (Tercera Vía, actualmente presidente del Parlamento) apenas logró el 5%, mientras las propuestas de izquierda de Magdalena Biejat y Adrian Zandberg tuvieron aún menos respaldo.
Todo ello certifica el acelerado desgaste del Ejecutivo de Tusk, que hasta ahora ha sido incapaz de cristalizar la mayoría de sus promesas electorales, como la reforma judicial o la despenalización del aborto, y saca a la superficie la tensión programática entre el ala liberal de Tusk y los sectores más conservadores de la alianza que lidera.
El bloque conservador se afianza
Los candidatos ultraconservadores Slawomir Mentzen (Confederación) y Grzegorz Braun (independiente) no solo mantuvieron su base, sino que crecieron en provincias tradicionalmente progresistas y, en conjunto, sumaron un 21,1 % de los votos, un resultado sin precedentes que constituye una advertencia para el actual Gobierno y, por extensión, para el ecosistema bipartidista polaco.