Columnas de Opinión
Yo también soy Cabal
Cabal es su apellido, pero lo que expresa en su libro, donde desentraña su pasado, sus luchas, sus alegrías y agobios, y sus expectativas frente a un país que no resiste más violencia, corrupción y desorden, es que ella no es Cabal solo de apellido, sino que, por formación y convicción, lo es también de principios; cabal en los significados del diccionario: integridad, honradez, rectitud…
Dirán mis lectores –y es cierto, pues yo también soy Cabal– que son palabras surgidas de la mutua admiración, que además hemos confesado públicamente, como nuestras diferencias, más en lo político que en lo personal, aunque ella se adentre en ese campo que defendemos como privado, pero que dice mucho de lo que somos. Sin embargo, el país sabe que, desde su aparición en el ambiente público y enrarecido de la política, María Fernanda ha demostrado que otra forma de hacerla en Colombia es posible. No en vano su libro comienza con su ruptura con “lo políticamente correcto”.
Invito a mis lectores a conocer a la persona descomplicada que está detrás de una imagen aguerrida –que lo es–, y además estigmatizada por las narrativas de la izquierda, en un libro intimista en sus recuerdos, reflexivo en sus angustias por Colombia y vertical en la defensa de sus convicciones, que se han ido amojonando a lo largo de un camino que hemos andado juntos hasta un espacio político –la derecha–, en el que hoy es precandidata presidencial por el partido Centro Democrático.
¿Qué es la derecha para “La Cabal”? Es la expresión de los lemas nuestro escudo. Es la Libertad y el Orden, pero, sin pretender cambiar el escudo, es el Orden primero, porque la libertad sin orden es libertinaje y caos.
De ahí una de sus consignas: “Voy a poner orden en la casa”; a llamar las cosas por su nombre y a ponerlas en su sitio. No más embajadas, consejerías y ministerios innecesarios, ni más activistas en cargos estratégicos. El Estado debe volver al tamaño necesario y la meritocracia a un lugar de privilegio.
El Orden es hijo de la Seguridad, y esta lo es de una Fuerza Pública que persiga al delincuente y una justicia que lo castigue. No más diálogos, dizque “de paz”, con criminales confesos y reincidentes. La paz la construimos entre todos cuando la autoridad, la justicia, y un gobierno decente restituyan el orden.
Sí. El Orden primero, como único camino hacia la verdadera Libertad: libertad de pensar y expresarse; de emprender y generar riqueza individual y social…; libertad de ser en un entorno de respeto por la libertad de los demás.
“Yo soy Cabal”, un libro que recoge la historia de la vida y las ideas de una mujer que no promete…, que se compromete con Colombia.
El próximo, un congreso vital para Colombia
Así como las Cortes han cumplido un papel fundamental en la defensa de la Constitución y la ley y en investigar y juzgar a los funcionarios con fuero, el Congreso le ha puesto freno al grueso de los desvaríos legislativos de la izquierda que mal gobierna y roba desaforadamente en este gobierno y ha hecho alguna tarea de control político, aunque no tan juiciosa y efectiva como fuera deseable.
Es verdad que hubo parlamentarios que se vendieron por algunos contratos y unos miles de millones al gobierno, que no dudó en montar una pestilente operación de saqueo de la UNGRD y otras entidades con ese propósito, y que partidos como el Liberal y el Conservador le jugaron a Petro al inicio de la legislatura. Pero no es menos cierto que ambos partidos se fueron desmarcando en la medida en que se hicieron inocultables los muchos errores y horrores del gobierno. El expresidente Gaviria neutralizó el motín que desde el gobierno promovieron para apropiarse del partido y asumió una postura de oposición frontal. Efraín Cepeda jugó un papel fundamental durante su presidencia del Senado. Con todo, esos partidos están fraccionados y algunos de sus parlamentarios siguen jugándole al gobierno.
También es cierto que el único partido consistente y sólido en hacer oposición a Petro ha sido el Centro Democrático. Sin ambigüedades, sin esguinces, sin fracturas, con argumentos, la bancada del CD ha asumido las banderas de la oposición. La defensa de la democracia y de las libertades encontró su voz en los senadores y representantes del CD.
Si este Congreso ha sido muy importante para la preservación del estado de derecho y para contener en algo el daño que hace el petrismo, el próximo Congreso será vital. Y lo será tanto si el Presidente que llega es un demócrata como si fuera Cepeda, no lo quiera la mayoría. Cepeda, formado en la línea dura del partido Comunista y familiarmente cercano a las Farc, es mucho más radical que Petro y, él sí, inteligente y metódico. Con cuatro años más de izquierda en el gobierno los males serían incalculables y el riesgo de perder la democracia una certeza.
En la próxima legislatura los demócratas debemos contar con una mayoría amplia y suficiente, que nos evite el peligro de quedar en manos de algunos mercenarios, siempre gobiernistas que, al estilo de Roy y Benedetti, están con cualquiera que ocupe la Casa de Nariño y cambian de ideas como de ropa interior. Al servicio de sus intereses personales y no de los de la Nación, se venden por tres puestos, unos contratos y algunos millones. Si con esos mercaderes de la política la izquierda hace mayoría, perderemos el país.
Necesitamos, en cambio, parlamentarios bien formados, ideológicamente sólidos y consistentes, honrados y transparentes. Y con temple, que se necesitará y mucho tanto para encarar la reconstrucción del país que nos dejan en ruinas y devolverle la esperanza a los colombianos, como para hacer control político y servir de freno y contrapeso a una Presidencia excesiva y que tiene demasiada capacidad de hacer daño.
El próximo Congreso debe legislar en asuntos que van desde reconstruir los aparatos de inteligencia e impedir su abuso gubernamental como aparatos de policía política hasta devolverle a los colombianos un sistema de salud eficiente y con acceso ágil y oportuno a médicos, medicamentos y tratamientos y encarar una reforma tributaria que disminuya el gasto y alivie los bolsillos de los ciudadanos, entre otros proyectos prioritarios.
Ese Congreso, además, tiene que abordar también la reforma del sistema de investigación y juzgamiento del Presidente. La Comisión de Acusaciones es una absoluta vergüenza.
El Centro Democrático, su comité de notables, su director Gabriel Vallejo y el presidente Uribe, me han ofrecido el segundo renglón en su lista para Senado. Un honor y un gesto de confianza que agradezco y he aceptado. Es momento de servir a la Patria con carácter, generosidad y disciplina.
Las peligrosas alianzas del gobierno Petro
No sería la primera vez que sectores cercanos al hoy presidente aparecen vinculados a estructuras criminales en tiempos electorales. El país recuerda las visitas de su hermano Juan Fernando Petro y Piedad Córdoba a las cárceles para buscar apoyos políticos de poderosos criminales a cambio de impunidad, sumado a las tracaladas de dinero que habría recibido el hijo Nicolás Petro de corruptos y mafiosos para la precampaña. Y el estelar video donde se habla de los $15 mil millones de no se sabe quién y los $500 millones de “Papá Pitufo”, poderoso contrabandista.
Las alertas estaban ahí desde el primer día: no eran hechos aislados, sino un patrón que insinuaba un proyecto político dispuesto a cruzar líneas prohibidas para ganar el poder, usándolo luego para favorecer estructuras narcoterroristas y mafiosas, pagando así el apoyo político.
Aún sin ley de sometimiento, el gobierno -con la complicidad de la Fiscalía- ha levantado órdenes de captura de jefes del Clan del Golfo y de Los Pachenca, incluso de criminales solicitados en extradición por Estados Unidos y España.
La deformación de “la paz” es total; hoy está convertida en salvoconducto para delinquir, donde ni en flagrancia los criminales pueden ser capturados. Desmantelaron cualquier noción de justicia.
El caso de Anorí es el episodio más escabroso: tras un informe de inteligencia, un retén militar capturó a siete cabecillas de las disidencias, incluido el jefe máximo “Calarcá”. Se movilizaban en camionetas de la UNP, armados, con oro ilegal y acompañados de un menor reclutado. ¿La reacción del Gobierno? Liberarlos, amparándose en la figura de los “gestores de paz”. La fiscalía conceptuó que ni aun en flagrancia los gestores se pueden capturar. Soltaron a alias “Ramiro”, cabecilla de la subestructura 18; alias “Urias”, del frente Rodrigo Cadete; y Diana Carolina Rey “Erika”, conocida como la reina de la extorsión. Todos con procesos abiertos por concierto para delinquir, reclutamiento de menores, tráfico de armas, extorsión y explotación ilegal de recursos. Y los tres que no eran gestores de paz los nombraron para buscar liberarlos. Al general que lideró la operación lo sacaron.
Pero los computadores y celulares de “los gestores” fueron incautados y enviados a la fiscalía, donde pasaron 16 meses guardados. Gracias a Caracol TV, el país supo lo que hay.
Generales que habían sido retirados y que se unieron a la campaña de Petro fueron reincorporados. Esos apoyos se recibieron en una reunión donde también estuvo el senador Iván Cepeda. Y estos generales aparecen con conversaciones y emails con las disidencias. Los colocaron estratégicamente cerca al ministro Iván Velázquez para decidir la permanencia o retiro de oficiales o suboficiales. Entre 2021 y 2024 salieron 17 mayores generales del Ejército, 20 de la Policía y casi 350 coroneles del Ejército, Policía y Fuerza Aérea.
Hay evidencia de que los oficiales ayudaban a las disidencias dándoles información, frecuencias de radio, incluso ayudándolos a legalizar armas y carros blindados a través de empresas de vigilancia. El superintendente entregó 18 licencias exprés en 24 horas. La infiltración llega hasta la dirección de inteligencia dedicada a proteger los “infiltrados”.
Y, como si fuera poco, en la mesa con el Eln, el senador Iván Cepeda no solo avaló que los grupos armados puedan reclutar menores desde los 15 años, sino que además legitimó el secuestro bajo el eufemismo de “retención con fines económicos”. Y lo más grave de todo, Cepeda se abrogó el derecho a convertir en política pública los acuerdos parciales con el Eln, sin Congreso ni control jurisdiccional.
Iván Cepeda siempre está en el lugar exacto donde se cruzan la política y las estructuras narcoterroristas. El país tiene derecho a saber qué compromisos se adquirieron, qué se negociaba realmente y por qué el candidato a la presidencia del Pacto Histórico, Cepeda, siempre aparece al lado de quienes tienen el poder de fuego en Colombia. Cepeda, el implacable persecutor del presidente Uribe, en cambio sale abrazado y sonriente en múltiples fotos con el narcoterrorismo. Confían en los que andan con armas matando la oposición que él también persigue.
Atención Colombia, estamos al borde del abismo.
Coletazos
Una elección poco ortodoxa
Una elección poco ortodoxa, pero no necesariamente carente de fundamento ya que la actriz no está fuera del mundo editorial. Todo lo contrario, tiene un sello propio, SJP Lit, una iniciativa que desde 2022 viene imprimiendo títulos que buscan darle cabida en el mercado tanto a autores internacionales como a otras voces con baja representación en la literatura contemporánea. Una labor loable, sin lugar a duda, pero que dista mucho del esfuerzo titánico de cientos de editoriales independientes que, sin el empuje mediático de SJP Lit, día a día tienen que ganarse la supervivencia contra los gigantes de papel de la industria en Estados Unidos y a quienes un cameo de sus fundadores por el Booker Prize podría significarles la diferencia entre aguantar un año más o sucumbir ante el libre mercado.
En su defensa diremos que no es ni mucho menos la primera vez que el Booker Prize elige como miembros del jurado a perfiles poco convencionales cuya idoneidad para el cargo puede generar cierta suspicacia. El año pasado y en 2019, por ejemplo, designaron a Nitin Sawhney y a Joanna MacGregor, respectivamente, ambos músicos de profesión, mientras que en 2023 nombraron a Adjoa Andoh, más conocida por su rol de Lady Agatha en los Bridgerton, y en 2021 hicieron lo propio con Natascha McElhone, de rol protagónico en la quinta temporada de The Crown. Aun así, el nombramiento de Sarah Jessica Parker ha sido de lejos el más sonado y controvertido, y el reportaje de The New York Times publicado a su favor días después de anunciado el ganador tampoco ha ayudado a aliviar las tensiones.
Independientemente de la calidad que tenga “Flesh”, y la cual sólo descubriremos cuando sea traducida al español, no deja de preocupar la “celebrización” del universo literario a nuestro alrededor. Ya sucedió con el Premio Planeta y su mutación definitiva hacia galardón televisivo, con el Premio Nobel y su ojalá algún día olvidable rendición a los pies de Bob Dylan en 2016 y ahora pasa con el Booker Prize, uno de los últimos bastiones de la academia y la cultura que teníamos en muy alta estima y de cuyo criterio nos fiábamos porque creíamos que estaba por encima de la purpurina, el brilli brilli y los reflectores. No sabíamos cuán equivocados estábamos.
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