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Vie, Abr

Facetas presidenciales

Editorial
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En la vida normal dentro de la actividad privada y pública se conoce a las personas por sus actos, por su manera de ser, por su personalidad, por sus posiciones claras, dubitativas, leves o radicales; en fin, por su presentación ante la gente y en el caso concreto de la política por su visualización ante los ciudadanos. Y, justamente en este momento hemos observado un jefe de estado que en sus últimas intervenciones ha perdido la compostura, la ecuanimidad y el equilibrio y como se dice vulgarmente “mostró el cobre”.

Sus múltiples y permanentes errores en el ejercicio de su mandato le están pasando factura, ya que se siente acorralado, frustrado y apabullado, porque se  le está desbaratando el andamiaje y la estructura política que había organizado al principio con nombramientos y contratos la cual le permitió avasalladoramente aprobar la Reforma Tributaria, cuyos efectos negativos ya estamos sintiendo. Ningún presidente en nuestra historia había logrado desprestigiarse tan rápidamente ya que tan solo han pasado 9 meses y ya su apoyo popular se redujo al 35%.

Lo más censurable es su afán de engaño característica inherente a su personalidad. Les aceptaba a las bancadas los cambios a los textos reformistas, pero a su turno las ministras de Salud y Trabajo, recibían la orden de no hacer ninguna enmienda. Al efectuar la revisión obviamente los partidos distintos al Pacto Histórico dentro de la coalición rechazaban todo por cuanto no se había hecho ningún arreglo; siendo, así las cosas, los partidos manifestaron su voto negativo a sus reformas.

Montó en cólera y ahí fue troya. Decidió cambiar el gabinete sacando a los ministros moderados como José Antonio Ocampo y Cecilia López del Partido Liberal que fueron su polo a tierra y que no dejaron ejecutar medidas absurdas y que también al igual que el exministro Gaviria se opusieron frontal y públicamente a la reforma a la salud; trajo como nuevos ministros a aquellos que lo habían acompañado en la Alcaldía de Bogotá, cosa positiva para el presidente, más no para la nación ya  que son de su corazón e ideología política y en consecuencia se hará lo que él diga. Eso es lo que le gusta dado su carácter ególatra, mesiánico y autoritario.

Si por acá llueve allende de nuestras fronteras no escampa. Sus salidas en el exterior le han restado la poca credibilidad que poseía y han probado igualmente su desconocimiento en materia de derecho internacional público y privado. Qué diferencia con Iván Duque, que por el contrario, se ganó la respetabilidad del mundo de las naciones y por ello hoy por hoy es de los oradores más valorados y por ende invitado a los centros y universidades de mayor relevancia académica para que dicte conferencias sobre los temas de actualidad.

Los cafeteros del mismo modo que los industriales, lejos de atender el ruego presidencial, eligieron por unanimidad el candidato que a su juicio era el más idóneo de los tres postulados y se trata del huilense Germán Bahamón. Lógicamente la voz en su contra desde el despacho del presidente se manifestó tan pronto como se conoció dicha elección ya que el no admite sino los que son sus súbditos y felizmente algunos sectores empresariales han obrado en la escogencia de sus directivos con total independencia. Así debe ser.

Ojalá la junta de la Cámara de Comercio de Bogotá, la más importante de Colombia, obre en idéntica forma ratificando a Nicolás Uribe cuya gestión ha sido encomiable, con reconocimiento nacional e internacional. Esos son los ejecutivos que necesitamos sobre todo en estos tiempos tormentosos e inciertos y el empresariado hoy más que nunca debe estar en las mejores manos.

En este pulso entre el gobierno y el congreso confiamos en que nuestros parlamentarios se porten a la altura de las circunstancias ya que en su poder está el futuro de nuestra democracia. Si se hunden las reformas serán ellos los que salven la república, en el caso contrario, perderemos nuestro sistema democrático por su actitud pusilánime. entreguista y antipatriótica. 

Los jefes de los partidos distintos al partido del presidente, ya son conscientes de su responsabilidad histórica y todos sin excepción cerraron filas en contra de sus reformas. Esa firmeza y esa decisión merece nuestro aplauso y felicitación. 

Así se actúa en los momentos críticos y difíciles. Seamos optimistas, tengamos esperanza y guardemos la seguridad de que todo será satisfactoriamente resuelto para bien de Colombia.



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