Cada año, las calles de Carraipía, en el municipio de Maicao, se visten de fe, música y color para celebrar a San Judas Tadeo, uno de los santos más queridos por los católicos y reconocido como el patrono de las causas difíciles y desesperadas. En esta población fronteriza, su festividad tiene un significado especial: es copatrono de los carraipiunos, después de la Virgen del Carmen, y su celebración reúne a cientos de fieles que, con profunda devoción, agradecen los favores recibidos y renuevan su esperanza.Entre los principales promotores de esta tradición se encuentra Gerardo Pérez Salas, un hombre que, desde muy joven, sintió un profundo amor por el santo de las causas imposibles. Su devoción, que nació en la infancia y lo ha acompañado a lo largo de su vida, se ha convertido en una herencia familiar y espiritual que hoy une a toda la comunidad.
“Desde muy niño me nació una gran devoción y amor hacia San Judas Tadeo”, recuerda Gerardo con emoción. “Esa fe me ha acompañado siempre, incluso cuando salí de Carraipía para estudiar y luego cuando serví como militar. A dondequiera que estuviera, el 28 de octubre buscaba una iglesia y me iba a orar con gran devoción a San Judas”, indicó.
Hace 17 años, decidió traer esa devoción de vuelta a su tierra natal, organizando cada 28 de octubre una celebración que con el paso del tiempo ha crecido en fervor y participación. Con el apoyo de familiares, amigos y vecinos, coordina cada detalle: la eucaristía en honor al santo, la procesión por las principales calles del pueblo, la papayera que alegra la alborada desde la media noche del 28 de octubre, y el compartir nocturno con sus paisanos, donde la fe y la alegría se entrelazan en un ambiente de comunidad.
Para Gerardo, esta celebración no es solo un acto religioso, sino una manera de agradecer los favores recibidos y mantener viva la fe popular. Pero lo que realmente distingue esta tradición es su carácter familiar, pues varios miembros de su núcleo también son devotos de San Judas Tadeo y lo celebran de manera particular. “Cada quien lo hace a su manera, pero con la misma fe y agradecimiento. Es una tradición que nació en el seno de nuestra familia y que mantenemos viva con amor”, expresa con orgullo.
¿Quién fue San Judas Tadeo?
San Judas Tadeo fue uno de los doce apóstoles de Jesús. Es conocido como el santo que intercede en las causas difíciles y desesperadas, y su imagen se representa con una medalla que lleva el rostro de Cristo, símbolo de su fidelidad al Evangelio. Su nombre “Tadeo” significa “valiente” o “magnánimo”, y según la tradición cristiana, predicó en Persia, donde murió como mártir defendiendo su fe.
Con el paso de los siglos, su devoción se ha extendido por todo el mundo, especialmente en América Latina, donde millones de creyentes lo veneran cada 28 de octubre. En Carraipía, San Judas Tadeo ocupa un lugar muy especial en el corazón de los feligreses, quienes lo reconocen como copatrono del pueblo, junto a la Virgen del Carmen, patrona titular del corregimiento.
Su imagen, cargada en andas entre flores y velas, recorre las calles del pueblo durante la procesión, acompañada de cánticos, plegarias y promesas cumplidas. En cada rincón, los devotos expresan su fe con lágrimas, aplausos o gestos de agradecimiento por los milagros recibidos.
Una tradición que une y renueva la fe
En Carraipía, la fiesta de San Judas Tadeo se ha convertido en un símbolo de unidad y esperanza. Más allá de la solemnidad religiosa, es una jornada donde las familias se reencuentran, los vecinos comparten y el pueblo revive su identidad espiritual.
Gerardo Pérez Salas, con su ejemplo y constancia, ha logrado que esta celebración trascienda. Lo que comenzó como una expresión personal de fe hoy es una manifestación colectiva de gratitud, donde niños, jóvenes y adultos participan activamente.
“La fe en San Judas Tadeo nos une y nos da fuerza. Él nunca abandona a quien lo busca con el corazón”, dice Gerardo, mientras se prepara para escuchar la solemne eucaristía e iniciar la procesión con la imagen del santo adornada con flores amarillas y verdes, los colores que tradicionalmente lo representan.
Así, entre rezos, cantos y música de papayera, Carraipía honra a su copatrono con el fervor que caracteriza a su gente. La imagen de San Judas recorre el pueblo iluminado por velas y acompañada por el sonido de los tambores y las gaitas, mientras los fieles elevan sus plegarias al cielo.
Con cada paso, se renueva una promesa, una esperanza y una tradición que, gracias a la fe de hombres como Gerardo Pérez Salas y su familia, sigue viva después de 17 años. En este rincón guajiro, el día de San Judas Tadeo no solo celebra un santo: celebra la fe, la gratitud y el poder de la devoción que une corazones y fortalece el espíritu de todo un pueblo.
Fe, tradición y gratitud: la devoción de un carraipiuno a San Judas Tadeo
Devotos se preparan para iniciar la procesión en honor a San Judas Tadeo, recorriendo las calles de Carraipía con fe, música y esperanza.